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Anónimos insignificantes

Un empleado de Sephora acusó a una clienta (negra) de robar. Ella resultó ser famosa, la cantante SZA. Ahora ha habido consecuencias.

Un empleado de Sephora acusó a una clienta (negra) de robar. Ella resultó ser famosa, la cantante SZA. Ahora ha habido consecuencias.
La cantante SZA | Instagram

La semana pasada saltaba a la palestra la noticia (que la mayoría de medios presentaban de manera muy sensacionalista) de que Sephora cerraría (por un día) todas sus tiendas en los Estados Unidos para llevar a cabo unos cursos de formación y concienciación sobre el racismo.

La razón de ser se debe a que en una de sus tiendas un empleado llegó a creer que una clienta se había llevado productos sin pagar. Empecemos por la cliente: es negra. Además, famosa. Nada menos que una cantante llamada SZA. El empleado desconocía por completo de quién se trataba. Y a raíz del suceso tan desafortunado, la cantante llegó a publicar un tuit ironizando con lo ocurrido.

Encuentro tres lecturas interesantes en todo esto. La primera, la presión que puede ejercerá una celebrity/influencer en las redes, que invita a la reflexión de hasta qué punto no es abusivo; la segunda, porqué el error de un empleado hacia una clienta ya se relaciona automáticamente al racismo (si fuera blanca, ¿qué pasaría?); y mi tercera lectura se centra en cómo una multinacional ante el miedo al boicot que se le pueda hacer a su marca, además del linchamiento virtual, decide hacer de una crisis un éxito, no sólo mostrándose del lado del cliente (que se supone que siempre tiene la razón) y manifestando claramente su lucha contra el racismo, sino también consiguiendo protagonizar cientos de titulares.

Bien. Verán, yo no sé si estoy equivocada o es que vivo en otro mundo, pero: ¿y si la "víctima" hubiera sido un homosexual? Entonces la marca, ¿daría cursos contra la homofobia? O, por ejemplo, si el cliente al que se la acusara de robar un producto tuviera sobrepeso, ¿hablaríamos de un problema gordofobia y el taller de sensibillización sería por la diversidad de las tallas? O, ¿y si es mujer y el dependiente hombre? ¿Machismo?

Sigamos suponiendo: el cliente es hombre, blanco, norteamericano, ni gordo ni delgado, ni feo ni guapo, vestido de manera correcta, heterosexual y anónimo. Un dependiente tiene la sospecha de que podría intentar llevarse un producto sin abonarlo. Le acusa de ello. Se equivoca. Y aquí paz, y después gloria. El cliente, ofendido (algo, que comprendo) está en su derecho de pedir el libro de reclamaciones y hasta de contarlo en sus redes (why not?). Pero ya no hay una ‘fobia’ que justifique el error de la dependienta.

Entonces: ¿por qué, después de este suceso, la explicación de lo ocurrido se basa en una pseudoteoría de racismo por parte de la dependienta a la clienta acusada, y no puede ser simplemente un error? O, ¿como la dependienta es blanca y la clienta negra, ya hay un sentimiento de racismo que hace creer a la dependienta que la cantante iba a robar? No tengo más preguntas.

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