
El tamaño sí importa. Al menos en mi caso: sobre todo cuando salgo de casa con la agenda, el cargador, dos móviles, las llaves, algo de maquillaje, toallitas refrescantes, la cartera… Algo que carece de sentido si sucumbimos a este liliputiense bolso de lujo.
Por tan sólo 400 euros se puede hacer con este bolso microscópico (en el que, con suerte, le cabrá el diente de leche que piensa regalarle a su hijo en nombre de Ratoncito Pérez). En tal equipaje podría caber la vida laboral de Pedro Sánchez. Los valores de Pablo Iglesias. Y la femineidad de Ada Colau. Lo que tengo claro es que este micro-bolso o bolso-débil no nos deja indiferentes.
Y es que resulta que todo este revuelo mediático no es más que otra de las brillantes iniciativas del diseñador francés, Simon Porte Jacquemus, quien presentó en París semejante obra de arte. No es la primera vez en la que el "niño mimado de la moda" (que va para "genio") hace de las suyas: primero fueron unas nada prácticas pamelas (de tamaño gigantescas e imposibles de llevar); después esas horrendas bolsas de playa con el mensaje de "llevar la casa a cuestas". Todo ello me reconduce a la bolsa de Ikea, presuntamente plagiada por Balenciaga, que la casa de lujo vendía por casi mil euros; y, ¡cómo olvidarlas!, aquellas zapatillas Gucci usadas y sucias, ofrecidas y ofertadas también a precios desorbitados. Superado el trauma del vaso medio-lleno/medio-vacío, de hace algunos años en ARCO, no nos queda otra salida que el saco de Primark.

Los que no valoran esta maravilla, no saben nada de la vida, y no han comprendido aun que esto no es más que el arranque de los "mini-complementos" del futuro. La gran incógnita que todos se plantean es qué diantres (y no dientes, que uno al menos cabrá) vamos a guardar ahí. Porque ya hubo una intentona anterior para sacar algo similar por parte del diseñador francés. Una creación a la que han sucumbido (¡cómo no!) las mismísimas Kardashian, llevando un micro-bolso de 10 cm. x 8 cm. ‘Le sac chiquito’ se llamó. Perfecto para la uña de gel que se le ha caído a Kim durante un rodaje, o la pestaña postiza de su hermana; o hasta el fármaco de hormonas del padre que se cambió de sexo.
Empiezo a pensar que el micro-bolso podría tratarse de un homenaje a su (posible) micro-pene, y que es, por tanto, una manera de entender la vida con una visión más anecdótica. Como apuntan algunos genios de los memes en las redes (aunque el bolso es un meme de sí mismo), la paciencia cabe en dicho bolso y la ausencia de los ceros en la cuenta bancaria, también. Ahora: eso sí, los pendientes durante el desfile, XXL. Que se noten. Que destrocen la oreja. No vaya a ser que se descompense el show. Padre rico, hijo pobre. Hombre alto, pene discreto… pues eso: bolso enano, pendiente gigantón. El mundo del revés: cuando no hay huevos para tanta tontería, nacen aberraciones de la estética que sólo invitan a reflexionar sobre el aburrimiento de esta industria que pide a gritos una regeneración.