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Katy Mikhailova

El teorema de la mona

Lo preocupante de Pedroche es que no tenga nadie a su alrededor que le guíe y le asesore mejor, porque: hiciera lo que hiciera, íbamos a hablar.

Lo preocupante de Pedroche es que no tenga nadie a su alrededor que le guíe y le asesore mejor, porque: hiciera lo que hiciera, íbamos a hablar.
Cristina Pedroche | Antena 3

Por <protocolo> la RAE entiende que se trata de un "conjunto de reglas de cortesía que se siguen en las relaciones sociales y que han sido establecidas por costumbre". Se sobreentiende que la Señora Pedroche se saltó las clases sobre el Protocolo en la Universidad. Lo preocupante es que no tenga nadie a su alrededor que le guíe y le asesore mejor, porque: hiciera lo que hiciera, todos íbamos a hablar de sus campanadas.

Aun siendo muy emotivo el discurso sobre el feminismo de la Señora Pedroche (que no vi en directo, gracias a Dios, o a Anne), me cuesta elaborar un juicio inteligente sobre este debate.

A efectos prácticos, todos estos comentarios están llenos de contradicciones, manipulaciones semánticas y ‘gilipollismos’: es feminista o no este asunto, según la perspectiva desde la que se analiza. Se puede ver su caso como ejemplo de la libertad de la mujer que viste como le da la gana (regla número 1 del feminismo) o se puede percibir que esta mujer sale así por ser mujer y, por tanto, se hipersexualiza y se cosifica por imposición de una cadena presuntamente machista (no lo digo yo) al lado de un hombre que sí va vestido acorde a la ocasión. Al final, ustedes eligen qué pensar.

Yo de lo que voy a hablar es de la presunta "guarrería" que llevó puesta, que es la parte que a mí me corresponde (las lecciones morales, que las ejerza Wyoming). Lo siento por la marca Tot-Hom (que encima ha caído en un burdo plagio -o inspiración- de un Yves Saint Laurent emulando el vestido que llevó en el 99 Laetitia Casta en un desfile); y lo siento también por la Señora Pedroche que, una vez más, haga caja o no, ha despertado la vergüenza ajena en miles y miles de españoles que, mientras aplaudían el atuendo de Lara Álvarez, se apenaban del de la vallecana.

Ya no es que aquel matojo en color rosa, a modo de falda para los Carnavales canario, nos recuerde a los vestidos de las Barbies y las Nancys de hadas y princesitas, sino que además padece un tono apagado que invita a la reflexión sobre el dudoso material que se ha debido de utilizar; por no decir que las flores eran un guiño al deseo de que fuera primavera en el Corte Inglés, y para rematar me pregunto cómo se las apaña para no coger una pulmonía… Todo ello y más desentona en el momento el que el señor que está a su lado va vestido de traje y corbata, y no con unas bermudas hawaianas. Ahora que Chicote está en forma y ha perdido peso, podría hasta resultar muy atractivo con este nuevo ropaje propuesto.

Verdad es que después de su discurso del empoderamiento de la mujer, como apuntaba Lucía Etxebarría (que poco tenemos que ver la una con la otra en cuanto a formas de ver la vida y la política, a pesar de seguirnos mutuamente en Instagram), le habría pegado más haber llevado una camiseta en donde pusiera que en 2018 47 mujeres españolas han sido asesinadas a manos de su pareja. Por ejemplo. Ya si nos ponemos con ese discurso… Pero la comunicadora, guapa hasta rabiar y con un cuerpazo, ha decidido saltarse todas las reglas para desviar lo que de verdad importa en cuatro trozos de tela y unas cuantas flores de plástico fino en 3D. Al año siguiente suponemos que se le confeccionará otro no-vestido con la manga del Caprile que llevó Anne Igartiburu (tal como bromeaban cientos de twitteros), si es que no sale directamente con un desnudo integral y la tele no lo censura.

El día en el que la prensa (y me incluyo), las empresas de moda, los aburridos y la industria de la pornografía deje de otorgarle relevancia al atuendo de Pedroche un 31 de diciembre… el día en que eso ocurra... hasta es posible que ella vista normal. Y por normal hago referencia a vestir acorde al clima, la época, el lugar, la persona que tienes al lado, el discurso moralista que promulgas, y, sobre todo, el respeto a todos los españoles. Me hubiera gustado verla con un vestido con la rojigualda. ¡Esa sí habría sido una polémica necesaria! Hasta la fecha, sólo podemos aplicar el Teorema de la mona y la seda, que ya todos ustedes conocen.

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