El norte de nuestro país nos tiene acostumbrados a paisajes de costas y montañas infinitas, aquellas en las que todo el mundo debería perderse al menos una vez en la vida, dejar de lado las preocupaciones y tomar fuerzas para comenzar de nuevo. Desde www.casasrurales.net nos recomiendan algunos rincones con encanto que quizá no conocías para que planifiques la escapada que mereces.
Islares
No habrás visto nada igual. Es un pequeño pueblo situado a 8 km de Castro-Urdiales y en el que tan sólo habitan unas 350 personas. Eso sí, en los meses estivales este dato aumenta de forma importante, como suele ocurrir en muchos lugares de costa.
El paisaje de la zona y la peculiaridad de su orografía hacen de éste un territorio muy visitado tanto por viajeros amantes de la naturaleza y el deporte, ya que en la playa de Arenillas puede practicarse surf y en la costa encontramos un recorrido que parte del cementerio del pueblo Cérdigo y que está dentro de uno de los itinerarios del Camino de Santiago.
Cabuérniga
Este municipio que supera por poco los 1.000 habitantes cuenta con diversas particularidades que le hacen especial. Ya en la prehistoria había asentamientos humanos y hoy en día se pueden visitar algunas de las construcciones que a lo largo de los siglos las diferentes poblaciones fueron levantando.
Hay algunos sitios en los que alojarse en Cabuérniga y el turismo gastronómico se está poniendo fuerte en los últimos tiempos, siendo principal reclamo para aquellas personas que quieren probar el famoso cocido montañés, la carne de caza y por supuesto el pescado y marisco.
Oyambre
Este declarado parque natural desde 1988 y con casi 6.000 hectáreas es un enclave perteneciente, en parte, al tan conocido pueblo de San Vicente de la Barquera. Entre sus acantilados se han ido formando a lo largo de los años sistemas dunares que tienen gran importancia en toda la costa cantábrica.
Si los visitas podrás encontrarte con rías y zonas que se ven o no en función de cómo se muevan las mareas. Entre estos paisajes uno puede descubrir innumerables calas, bahías, lagos o dunas móviles… Naturaleza en estado puro.
Asón
Este valle y, sobre todo, el punto en el que aparece el río que lleva el mismo nombre tras nacer de una cueva es, sin duda, digno de ver: un chorro de agua que brota de una montaña de 680 metros de altura y baja en forma de cascada.
Todo el valle está formado por escarpados macizos así como una riqueza espeleológica. Cuando un amante de la naturaleza se deja caer por aquí no puede más que respirar aire puro y dejar que éste llene sus pulmones, renovándolo por dentro y por fuera. Praderas y bosques son otros de los alicientes que encontramos en esta zona.
Langre
Un lugar con mucho encanto y que no llega a los 300 habitantes es Langre, perteneciente al municipio de Ribamontán al Mar. Uno de sus grandes alicientes es su playa, con una longitud de aproximadamente un kilómetro en marea baja y enmarcada por un acantilado de 25 metros de altura. Lo mejor de todo es que si se quiere tranquilidad aquí se consigue, pues no cuenta con muchos visitantes a excepción de los meses de verano, que puede verse incrementado ese número.
Además no puede faltar el espacio verde con inmensos prados que llevan hasta los acantilados más vistosos. El mirador de Llaranza es idóneo para poder divisar los paisajes que dejan al descubierto las montañas y los barrancos que cortan la línea de costa.
El Soplao
Esta cueva es mundialmente famosa gracias a las formaciones que en ella se han ido generando a lo largo de los tiempos. Es un rincón perfecto para hacer algo diferente durante una escapada, pues algo así no se ve todos los días. Su situación está a 540 metros de altura en una zona en la que antiguamente había una explotación minera y hoy en día está abierta al público turista.
La formación de "excéntricas" es el principal reclamo y la peculiaridad de la cueva, pues no es un fenómeno que se produzca fácilmente en otros lugares, y menos en la abundancia en la que se encuentra en "El Soplao".
Campóo
Este lugar contiene una riqueza histórica incalculable, ya que desde hace 5.000 años una serie de menhires construidos por antiguos ganaderos y agricultores allá por el neolítico, pueden verse hoy en día por las vegas y montañas del territorio.
Un total de 8 piezas de diferentes tamaños, siendo una de ellas de una altura de 4,85 metros, denominada "El Cabezudo". Hay rutas guiadas para poder recorrer todos los menhires y durante la visita se puede aprender todo lo relacionado con sus creadores y los habitantes que poblaron este lugar hace miles de años.