Asumo con una enorme pena que los castings de Factor X de Cuatro hayan llegado a su fin esta semana. Lo que viene ahora ya no mola tanto. El verdadero espectáculo, que no hace falta ni guionizar -pues ya la estupidez de algunos humanos lo hace sola-, era aquel en el que veíamos toda clase de disfraces durante la selección de artistas y aspirantes a artistas ante un jurado de lo más particular.
Lo mismo aparecía una cantante anónima, llamada Fusca Nocta, que dos cantautores venezolanos haciendo -intentando hacer- flamenco. Me voy a detener en la Fusa, dado que ha pasado por la dura prueba de haber superado el casting sin haber contando ningun drama vital. A decir verdad, la niña cantar, canta; o más bien recita. Consiguió los 4 "sí" del jurado. ¿El traje? Un abrigo de pelocho, cual oso teñido de rosa, pero sintético -no hemos de olvidar la importancia del ecologismo y la capa de ozono-. Debajo del abrigo, si mal no recuerdo, la parte superior de un bikini y unas medias-rejilla que acaban donde empiezan los pechos. Todo ello acompañado de unos mega-taconazos.
También se ha podido ver en estos ‘castings’ a una pareja muy disney: a caballo entre Blancanieves y los protas de La La Land, esa película empalagosa que confieso no haber visto, ni siquiera como producto de fondo para el insomnio. Éstos asistieron a las pruebas con una ropa de los más variopinta: vestido amarillo, con lacitos y esas cosas.
Retomando a Fusa Nocta -es que en el fondo engancha, que es su gracia- posee una voz muy particular, amén de una letra tan profunda, que, aunque se estanque entre el ‘trap’ y el ‘rap’ -¡qué rima tan mona!-, habla del empoderamiento de la mujer. Un empoderamiento cuestionado, pues se resume en un "yo no cocino pasta" -el resto de la canción no la entiendo, no sé si es la pronunciación o que mis oídos aun no se han entrenado lo suficiente con Bad Bunny y esa saga de cantantes de reguetón que ahora cultivan un pseudo-género musical llamado ‘trap’-.
En fin. Que para espectáculo estético, el vivido el martes en el programa de Telecinco, Tierra de Nadie, donde en esta edición de Supervivientes una miss renunciaba a su pelo a cambio de comer. Vamos, aceptaba ser rapada "a 3" -por su archienemiga en el reality, una tal Raquel Mosquera, peluquera de profesión- a cambio de 3 pollos asados con patatas fritas y pastel de chocolate. Todo ello repartido en 4 días. Y eso sí: sólo para ella. La escena era ver a María Jesús Ruíz llorando mientras repetía: "¿y cómo me caso?". Bueno, pues supongo que de blanco, con extensiones y tan divina como es ella, porque, a decir verdad, ha ganado bastante con el cambio de look después de deshacerse de ese rubio-pollo desteñido por el sol que tan poco le favorecía. Curioso… ¿verdad? Ahora se tendrá que preguntar, cantando al ritmo de la canción de Jennifer López: ¿y el anillo pa cuando?