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Katy Mikhailova

Moda por bandera

“Ojalá los españoles nunca hubieran descubierto América. Viviríamos mejor”, dijo un mexicano. Con este panorama, los de Dolce & Gabbana la han vuelto a liar.

“Ojalá los españoles nunca hubieran descubierto América. Viviríamos mejor”, dijo un mexicano. Con este panorama, los de Dolce & Gabbana la han vuelto a liar.
La moda y la bandera en México | Wikipedia

Hace un año y pico he estado en México de gira, con mi hermana la violinista. Recuerdo que el chofer encargado de desplazarnos por diferentes puntos del país tuvo un comentario cuando menos desagradable y basado en la más profunda ignorancia: "Ojalá los españoles nunca hubieran descubierto América. Viviríamos mejor". Decidí no entrar a discutir, pues no merecía la pena.

Les estoy contando este pequeño suceso desafortunado -filosofía que persiste en una parte importante de la sociedad mexicana- porque Dolce & Gabbana la han vuelto a liar. Bueno, en verdad, liar lo que se dice liar, los que han protestado.

Resulta que en el último desfile de la marca en Ciudad de México hicieron una propuesta inspirada en el país azteca: guiños estéticos a la Virgen de Guadalupe, mariachis, colores de la bandera, tejidos típicos del país… en fin, lo habitual que se hace en moda. ¿Que tu inspiración viaja a España? Pues flecos, volantes, flores, toreros, rojigualda, lunares… ¿Que se vas a París? Juguemos con la bandera del país, con la boina, y demás. ¿Que si es Rusia? Barroco zarista. ¿Japón? Kimonos y florecitas por doquier. Lo normal.

Pero resulta que a un público concreto de la sociedad mexicana no le ha gustado demasiado. En lugar de aplaudir que dos grandes de la moda internacional, desde Milán, viajen a su país, y, además, plasmen la cultura local en sus diseños -poniendo así de moda México en todo el mundo-, han decidido protestar.

No ha gustado que la bandera se plasmara en la ropa. Cientos de internautas han manifestado en redes sociales su descontento con lo expuesto en el desfile -al que acudió Carlos Slim y Sofía Loren-, asegurando que Domenico Dolce y Stefano Gabbana se estaban apropiando de la bandera, y que, para colmo, no estaban representando realmente la cultura indígena.

Cierto es que en el país azteca el uso de su bandera en prendas de vestir podría convertirse en un hecho sancionable, algo que en otros países no sucede.

Es una pena enorme que padezcan el Síndrome del auto-sabotaje, y que, en lugar de aplaudir y agradecer la visita de una de las marcas más importantes del mundo, quieran buscarle un lado negativo al asunto.

En realidad este asunto me reconduce al primer párrafo de mi columna: cómo un sector de México sigue reclamando alzar la cultura autóctona -que no me parece mal-, pero rechazando todo símbolo que pudiera recordar aquello que ha sustituido la cultura indígena.

Por cierto, bellísimo país del que estoy profundamente enamorada, sobre todo de Yucatán, Campeche y Quintana Roo. Sus gentes, su música, su cultura, educación, gastronomía…

Gracias a Puigi, en España las banderas siguen en nuestras terrazas y ventanas. Quizá sea lo único bueno que ha aportado nuestro amigo fugitivo que ha intentando dividirnos.

En Chic

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