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Rosa Belmonte

Vieja pero fea

Por muy fea que sea una mujer de las que ahora vemos en publicidad nunca va a ser más fea que Luis Tosar.

Hace 10 años que Adolfo Domínguez no tenía una campaña de publicidad de marca (los perfumes van por otro lado). Y nos sueltan a Luis Tosar. ¿Se acuerdan de cuando Jaime Bayly asociaba el cine español al actor como si fuera el único que saliera? La campaña se llama #estonoesunselfie y muestra a Inma Cuesta y Luis Tosar (por separado) con una cámara profesional haciéndose un autorretrato de toda la vida. "Un autorretrato explora quién eres, y se lo cuenta a los demás", dicen. Palabrería. La imagen del actor Luis Tosar es impactante. Por él mismo y por la ropa que lleva. ¿Pero eso qué es?

Adriana Domínguez es la nueva directora general de la compañía (desde el 21 de julio). Dice que van a permanecer fieles al hecho de ser diferentes. Palabrería bis. Ver a Luis Tosar, que es gallego de Lugo, me hace preguntarme si contratarían a un equivalente femenino. Una gran actriz y, a la vez, una mujer que no sea muy agraciada físicamente. Digamos Carmen Machi. No sé. No lo veo. Pero sería permanecer fiel al hecho de ser diferente. Por su parte, Inma Cuesta es muy atractiva de cara. Claro que hay modelos diferentes, en pasarela o en publicidad, pero son excepciones. Y se juega con ello. Ahí está Chantelle Brown-Young, la chica con vitíligo; Lindsay Wixon, esa extraña muchacha con boquita de piñón, nariz extrañamente diminuta y dientes separados, o Viktoria Modesta Moskalova, a la que falta una pierna. Y por supuesto, Rossy de Palma (no tengo claro que el equivalente masculino sea Paolo Henriques, el modelo de Loewe). Pero hay que ser así de rara para que la belleza no sea un requisito.

En los últimos años hay un poco de barullo con las modelos ocasionales entradas en años. Oh, Joan Didion para Céline. Oh, Joni Mitchell fue elegida por Hedi Slimane para Yves Saint Laurent. Y estas desde luego que no son bellezones. Ni lo eran ni lo son. Ahora, el día que contraten a una gorda (hay escritoras, actrices y cantantes gordas) ya hablamos. No cuenta para el caso que Catherine Deneuve sea estrella de alguna campaña de Vuitton, que Charlotte Rampling lo sea de Nars, que Jessica Lange haga publicidad de cosméticos Marc Jacobs y Helen Mirren de L’Oréal. La última en incorporarse al tinglado es Glenda Jackson, de 81 años, como modelo del trench de Burberry. Hay para la publicidad un prestigio en la vejez. ¿De qué iban a tirar si no de Glenda Jackson?

La juventud es juventud, la belleza va por otro camino, escribe David Trueba en Blitz. Por eso en Joven y bonita, Charlotte Rampling es más atractiva que Marine Vactch. Y en El amante doble, Jacqueline Bisset, con todas sus arrugas, es más guapa que Marine Vactch (yo creo que François Ozon lo hace adrede para poner a su joven musa en evidencia).

Lo de contratar a Joan Didion, a Joni Mitchell o a Glenda Jackson, Dios las bendiga, es muy de Quevedo, de su poema ‘Casamiento ridículo’ ("Ella es verdad que es vieja, pero fea"). Pero por muy fea que sea una mujer de las que ahora vemos en publicidad nunca va a ser más fea que Luis Tosar. En eso los hombres siempre llevan las de ganar.

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