Sobre lo primero, es una conclusión a la que he llegado estos días al encontrarme con una compañera del gremio: 30 años mayor que yo, de clase media, una rara-avis a caballo entre la mami-blogger-gastro y ama de casa. Me confesó que en agosto tenían pensado viajar a Ibiza con los "nenes" y el marido. ¡Perfecto lugar para los nenes, por cierto! Esta mujer, que hay que decir que es encantadora y contra la que no tengo nada personal, ha manifestado así una vez más la urgente "necesidad" de ir a la moda y adaptarse a la tendencia del momento; dejando claro que prefiere pagar 5 veces más -aun sin estar en la mejor situación para ello- por una semana en un hotel del montón en Ibiza en lugar de elegir un destino no más malo pero sí más asquible.
Como ella, otros tantos. La marca Ibiza mola, y no se hable más. No importa si lo ibicenco se lleva en la música, en la moda (que por cierto se celebró hace un par de semanas con la Fashion Week Ibiza), en los gintonics o en las bragas. El chiste es el de "living in Ibiza" o "made in Ibiza" o "despacito en Ibiza". Ni Marbella, ni Cadaqués molan tanto. Biarritz demasiado lejos y exótico. Ibiza is different. Aunque los camareros que trabajen en la isla tengan que "hacer caja" a costa de alquilar las "camas calientes", Ibiza is different. Aunque tengas que dormir en un cuchitril de dos hormigas (perdón, estrellas) a 100 euros la noche, Ibiza is different.
Esto me lleva a las tiendas de campaña que valen 150 euros la noche. Es así cómo la nueva empresa Camspace piensa hacerse con las calles de Amsterdam el próximo 12 de agosto con el objetivo de manifestar que se puede trasnochar en los rincones menos factibles e imaginables de la ciudad. Desde las azoteas de rascacielos pasando por el césped de un estadio. ¿Dónde? Caja de cartón válida para dos personas. ¡Eso sí, sostenibles y para luchar contra el agujero de la capa de ozono! Por supuesto que incluyen cena, música y el yoga que no falte. Si hay perro y flauta, mejor, supongo.