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Katy Mikhailova

Ultra-low-cost

Después de la ropa low-cost llega el ultra low-cost. ¿Por qué desagradan tanto a algunos?

Después de la ropa low-cost llega el ultra low-cost. ¿Por qué desagradan tanto a algunos?
Ropa a bajo precio | David Alonso Rincón

En Occidente existe el "low-cost" y después el "ultra-low-cost". Como si no sufriera bastante humillación de por sí el término de "bajo precio". ¿Quién aspira a ser "bajo precio" o a llevar "bajo precio" en su día a día? Ironías aparte.

Podría haber sido super-low-cost, hiper-low-cost, mega-low-cost, pero los profesionales del sector los prefieren ‘ultra’, los precios digo. Un fenómeno en la moda no es nada si no adquiere y se verbaliza en un neologismo, y, si es en inglés, mucho mejor. Must Have, It Girl, outfit, etc., etc., etc., el estúpido lenguaje de la moda es así -si no, lean aquella columna mía El esnobismo léxico de la moda-, pero al menos sirve para generar riqueza.

Por ultra-low-cost entendemos aquellas firmas cuyos precios están tirados. Entiéndanme: camisetas que no superen los 10-12 euros, zapatillas por 15, vaqueros por 20... Kiabi y Primark, por ejemplo. Los chinos lo tienen muy bien interiorizado: Mulaya y similares. Pasas por el escaparate de Mulaya… ¡madre mía la que están liando! Te despistas y podría ser cualquier firma de gama media. De hecho, caí el otro día dando un paseo por la Calle Princesa.

Para muchos Zara sigue siendo low-cost, pero permítanme que lo discuta. La marca estrella del Grupo Inditex dista mucho ya de vender productos a precios bajos. Si una quiere un <total look> -otro neologismo-anglicismo muy "in"- de Zara, por menos de 200, 250 euros no lo va a encontrar, si no recurre a las rebajas. ¡Ojo, no lo critico! Me parece muy acertado. Zara fabrica productos de cierta calidad, según qué "pilles". Los jeans por menos de 40 euros no los encuentras; una blusa, por 25-50 euros. ¿Zapatos? La media ronda los 60. ¿Un abrigo? No por menos de 60-90 euros. Sumen y hagan cuentas. Y naturalmente fuera de España Zara tiene ya otros precios...

Da la casualidad de que entré el otro día en la tienda de Versace en Madrid. Vi un vestido de la temporada de 2016, que reconocí de la pasarela de la London Fashion Week. El precio del mismo rondaba los 600 euros. Pensé en voz baja: "es caro, pero para ser un Versace es bastante asequible". Le comenté al dependiente, ¡encantador por cierto!, si era de la gama ‘Gianni Versace’, y me comentó que es la línea ‘Versus’. A lo que yo, sin pensarlo demasiado, le comenté: "ah, claro, la gama low-cost de la firma". Lo de low-cost no gustó demasiado, y me corrigió diciendo que era la línea "comercial" de la firma de lujo. Cabezota de mí, le dije: "pues eso, que al ser más barata que las otras gamas, comparativamente, es la gama ‘low cost’". A los segundos me sentí incómoda, y con una sonrisa añadí: "Si preferís llamarlo comercial, no importa".

Después de este esporádico episodio absolutamente irrelevante y sumergido en una frivolidad absoluta, me he dado cuenta de que entre ciertos estratos el término "low-cost" genera cierto desagrado. No me quiero ni imaginar lo que supondría ya el "ultra-low-cost".

De todas maneras, y retomando las firmas de lujo, la mayoría de las marcas cuentan con una gama "más comercial". Emporio Armani tiene ‘Armani Jeans’; si un bolso de la primera gama ronda los 1.000-1.500 euros y se confecciona en piel, la segunda marca ofrece bolsos por 200-400 euros y de plástico fino. Dolce&Gabbana tuvo la firma ‘D&G’ con la que no sé muy bien qué ha pasado. Incluso Burberry gozó un tiempo de los recursos económicos obtenidos gracias a ‘Thomas Burberry’, la gama "comercial" de la marca, que terminó por desaparecer. Entre otros ejemplos muy similares.

Las etiquetas es lo que tienen: simplifican, frivolizan y hasta hieren. Nadie quiere ser low-cost pero todos aspiran a tener mucho por muy poco.

En Chic

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