Camina lento y despacio. Elegancia innata. Enfundada en un vestido negro con falda en forma de campana, con bordado en la parte superior, deja entrever unos brazos largos y finos. El pelo, un rubio limpio y platino, está recogido en un moño tradicional que permite lucir unos pendientes largos de los que cuelgan unas piedras en color rojo. En los pies, unos zapatos color nude con suela roja delatan que son unos Laboutin.
Así es ella. Una mujer que se ha entregado de lleno a España. Madre, esposa y amiga. Sencilla y amable con todo aquel que se le acercaba el pasado martes en el Teatro Calderón de Madrid.
Fundadora de una causa por España llamada ‘Libres e Iguales’. Aplaudida, querida y admirada. Mi columna de hoy se la dedico a ella, a Cayetana Álvarez de Toledo.
Desde que le llamé para coordinar la actuación de mi hermana la violinista Elena Mikhailova para el acto ‘Por el Pacto Español’ me encontré con una persona amable, cariñosa y sincera. Con un acento a caballo entre el argentino y el español, deslumbró con su retórica impecable, un léxico culto y un mensaje de apoyo a la Constitución de 1978.
Habitualmente opta por llevar el pelo suelto, liso y con la raya en medio. Se deja ver con blusas de seda en colores blanco, azul, granate y negro, acompañada de vaqueros no demasiado ajustados pero tampoco exageradamente anchos. Clásica pero moderna.
Ya escribí aquí, en otras ocasiones, del estilo de Mariló Montero, de Cristina Cifuentes y hoy le toca a esta periodista, historiadora y política.
Ha pasado media vida en Inglaterra y Argentina, pero, como ella misma apunta en algunas declaraciones, decidió ser española. Esta columna, dedicada a Cayetana, es un homenaje a modo de agradecimiento por todo lo que está haciendo por nuestro país, y también como felicitación al brillante acto del pasado martes, en el que participaron, como ya muchos sabrán, políticos de partidos como el PP, PSOE, C’s, UPyD y otros tantos, y periodistas de diferentes ideologías. Gracias, Cayetana.