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Katy Mikhailova

Tiene narices

Yo soy una de esas mujeres que llevan con orgullo el hecho de poseer una nariz con tabique, y la llevo con mucha honra.

Yo soy una de esas mujeres que llevan con orgullo el hecho de poseer una nariz con tabique, y la llevo con mucha honra.

El mundo de la belleza está cambiando. La perfección deseada que durante décadas se impuso en el mundo de la moda empieza a estar, relativamente, al alcance de todos. Es tan simple como invertir una media de entre 3.000 y 6.000 euros en lo que sería la "nariz perfecta"; cantidad importante que, en mayor o menor medida, con un crédito o ahorrando, muchos pueden conseguir.

La perfección en el mundo de las modelos empieza a abundar, y, por ello, a aburrir. Nombres como Julia Nobis -Lous Vuitton, Miu Miu, Valentino…-, Regitze Christensen -Cèline-, Charlotte Lindving -Balenciaga- o Anna Cleveland -Marc Jacobs- son las nuevas musas de la moda deseadas por relevantes marcas de moda y lujo. ¿Qué tienen en común? Son modelos y tienen narices grandes. Aunque estos nombres no les suenen demasiado, ya que se las conoce en el mundillo, solo hay que googlear sus nombres y comprobar la importancia que están cobrando.

Y es que según la SECPRE -Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética-, el número de rinoplastias a nivel nacional desde el año 2009 ha empezado a descender, representando un diminuto 6,7% de operaciones de nariz del total de las operaciones estéticas (siendo el aumento del pecho el rey de todas las intervenciones). Y a nivel mundial, según los datos facilitados por la ISAPS -Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética-, se ha notado una notable reducción de 2013 a 2014.

El problema en todas aquellas mujeres que siguen las modas es que una vez reducida la nariz difícilmente hay vuelta a lo anterior, dado que en las narices todo lo que sea añadir es muchísimo más complicado.

La reina Letizia se sometió a una rinoplastia hace ya algunos años, y aunque me sigue pareciendo bellísima, desde mi humilde opinión, la anterior nariz, esa que tenía cuando presentaba el telediario y con la que dió el "sí, quiero" con el que era entonces el príncipe Felipe, tenía un rostro de mayor fuerza.

Claro que para gustos, colores, y, en esto de la belleza, aunque llevo ya años debatiendo si es universal o subjetiva; si está en el objeto o en el sujeto que aprecia dicho objeto; si funciona por modas o es atemporal… no hay nada escrito.

Lo que es objetivo y real son los datos, una cuestión cuantitativa de la reducción de las operaciones de nariz y el auge en la pasarela y revistas de moda de modelos con napias prominentes.

Yo soy una de esas mujeres que llevan con orgullo el hecho de poseer una nariz con tabique, y la llevo con mucha honra. En alguna ocasión me han llegado a preguntar si me he planteado operármela. Y lo cierto es que no, y que, cuanto más pasa el tiempo, más maduro, más crezco intelectual y emocionalmente, más me gusta. Me hace diferente. La nariz, quizá junto con los ojos y la mirada, es lo que más personalidad aporta a un rostro. Recurrir a un cambio radical transforma por completo la expresión. A menudo las mujeres que recurren a la cirugía estética no tienen el problema en la nariz o en la parte de su cuerpo que quieren operar, sino en su mente. Y es que, al final, este tipo de intervenciones son como los tatuajes: quedan para el resto de tu vida, y una vez ejecutadas, ya no hay marcha atrás.

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