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¿Es necesario un Día Internacional del Beso?

Hay días para todo y este miércoles, 13 de abril, está dedicado al beso en todo el mundo.

Día del Beso | Archivo

Hay días para todo y este miércoles, 13 de abril, está dedicado al beso en todo el mundo. Puede ser una tontuna para algunos, aunque no creo suponga más allá de bromas, citas en las páginas de entretenimiento de los periódicos y una ocasión para saber algunas cosas que entraña juntar los labios con alguien. Digamos que la ocurrencia surgió hace bien poco, en febrero de 2011, con ocasión de que una pareja de Thailandia estuviera besándose ininterrumpidamente durante ¡cuarenta y seis horas! Ya es mérito... Sépase que un beso mueve diecisiete músculos de la lengua, pero también nueve miligramos de agua, amén de sustancias orgánicas, materias grasas, centenares de bacterias y millones de gérmenes.

Escena de 'Lo que el viento se llevó' | Imagen de televisión

Todo esto lo he sabido gracias a Alain Montandon, catedrático francés de filosofía, leyendo su interesante ensayo El beso. Los ósculos responden, amén de a unos deseos sexuales, también a toda una historia de ritos. Hay besos sagrados, como existen los interminables, esos de nunca acabar; los robados, que uno recuerda perfectamente de su época adolescente, cuando se daban cobarde, impunemente a una chica y encima salíamos corriendo, como si hubiéramos culminado una hazaña. Me avergüenzo de ello al recordarlo. Luego están los besos trágicos, los desesperados, besos castos también, besos denominados de novela, besos sin palabras, besos prohibidos, besamanos, y desde luego los que comúnmente llamaremos siempre apasionados. Besos cálidos o húmedos; besos forzados, groseros, babosos, o encantadores, cariñosos, tímidos, fríos y hasta helados, lascivos e impúdicos. Besos de tornillo, introduciendo la lengua hasta donde podamos.

Escena 'Duelo al sol' | Imagen de televisión

Adjetivos sobran para definirlos. Besando aumentan los niveles de dopamina, sustancia que se asocia al bienestar, y de testosterona, la hormona con la que nos referimos a las pulsiones sexuales; generan adrenalina, aumentando la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Por no hablar de la segregación de endorfinas, las hormonas que nos hacen tan felices. Vamos, que uno se queda muy a gusto después de haber besado. Estudiosos del beso cuentan que es uno de los primeros movimientos de ser humano. Besa la mamá al bebé y éste, poco a poco, por puro mimetismo y agrado, besa a su vez. ¿No es lo que hacemos cuando nos presentan a un niño? "Dame un beso", le pedimos. Y si no es arisco, el pequeño nos complace. Claro que no todos los pueblos tienen por costumbre unir los labios junto con los de otro ser o simplemente estamparlos en las mejillas. Así, algunas tribus africanas no practican el besuqueo en la creencia de que sus almas se escapan de la boca. En pueblos nórdicos los esquimales, por ejemplo, se besan… frotando las narices, que ya tiene ídem la cosa. En Rusia se dan tres besos, uno más que la mayoría. Hace años nos causaron estupor, por ejemplo, los besos que le dio el líder soviético Brezniev a un jerifalte político cuando fue a recibirlo al aeropuerto. Y no era un gesto de mariquitas. Hay países donde todavía está prohibido besarse en público, como algunos lugares de la India.

Escena 'De aquí a la eternidad' | Imagen de televisión

En la postguerra los guardias multaban en España a las parejas de novios que se extralimitaban en sus encuentros y despedidas. Un duro (cinco pesetas) costaba en los años 50 al besucón callejero. En los táxis, el conductor lo advertía claramente: "En mi coche no se hacen guarradas, así es que o dejan de meterse mano o se bajan del coche, cochinos, y se van a su casa". La moral cristiana, las intimidaciones en ese sentido, fueron cambiando ya en la década de los 70. Y hace decenio y medio, más o menos, comenzó en nuestro país a practicarse la costumbre de besarse a las primeras de cambio. Esto es, nada más conocer a alguien o ser presentados. Y si uno no besa, lo tildan de lo que pueden figurarse. Lo puede hacer una dama que nos mancha la cara de carmín. Y si te besa alguien que nos resulta desagradable por las razones que fueren, tenemos que aguantarnos. El beso ya es una costumbre social en España entre conocidos y lo que es sorprendente como decimos: entre gente que acaba de conocerse. Estrechar la mano ha quedado sólo para sellar un negocio o celebrar una afición común, una frase feliz, el triunfo de un mismo equipo de fútbol. Antiguamente ese ritual se acompañaba de una frase coloquial, muy gráfica: "¡Choca esos cinco!" Que ha quedado anticuada, evidentemente.

Escena 'Brokeback Mountain' | Imagen de televisión

Los besos de cine siempre tuvieron su importancia y en nuestra memoria quedaron registrados muchos, como los que se cruzaron Vivien Leigh y Clark Gable (Lo que el viento se llevó), Gregory Peck y Jennifer Jones (Duelo al sol), Burt Lancaster y Deborah Kerr (De aquí a la eternidad) y en nuestros lares, por ejemplo, Javier Bardem y Penélope Cruz (Jamón, jamón) cuando aún no imaginaban que un día serían marido y mujer. Y como ya no se escandaliza casi nadie de casi nada dos personajes homosexuales, interpretados por los actores Heath Ledger y Jake Gyllenhaal se morreaban sin pudor en Brokeback Mountain. Para el recuerdo han quedado asimismo, simbólicamente, las imágenes de dos enamorados, besándose en un actitud de balanceo, captadas en París por el fotógrafo Doisneau, aunque luego se sabría que la pareja posó a propósito como si fueran modelos. Más auténtica fue la de un marino norteamericano besando a una enfermera en Times Square, festejando el fin de la Segunda Guerra Mundial. En el teatro musical figura, por ejemplo, una obra de Cole Porter, Kiss me, Kate. Infinidad de canciones tienen títulos o pasajes sobre el beso: "La leyenda del beso", "El primer beso", "Ese beso", "Esclavo de tus besos" (éxito de David Bisbal), "Bésame mucho", "Un beso en el puerto", (de Manolo Escobar), "Me debes un beso" (que cantaban al alimón Carmen Morell y Pepe Blanco) o "El beso" (un estreno de Celia Gámez, que tuvo luego muchas versiones) y que, sintetizando las costumbres de aquellos años, rezaba en su letra: "Me puede usted besar en la mano, / me puede dar un beso de hermano. / Así me besará cuando quiera, / pero un beso de amor / no se lo doy yo a cualquiera". Sumándome a esta celebración del miércoles envío besos para todos los lectores/lectoras, que es ahora utilizando impropiamente ambos géneros, contraviniendo a la Academia de la Lengua (nunca mejor dicho) lo que a todas horas nos repiten políticos mediocres e ignorantes de nuestra Gramática en general.

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