Nuestro país tiene una geografía tan rica y una historia tan antigua que seguramente no somos conscientes de ella, al menos hasta que nos decantamos por hacer un viaje o investigar sobre alguna zona en concreto. Hoy te presentamos una selección de 7 pueblos que quedaron abandonados en su día en esta provincia. Claro que el territorio es muy grande y hay un sinfín de pueblos en Guadalajara que visitar y donde alojarse, pero si quieres echar un vistazo a éstos, te recomendamos que tomes nota.
Bujalcayado. Este pueblo en su día tuvo hasta 18 viviendas, siendo habitado por unas 70 personas en un lugar en el que la agricultura era el motor de su economía. Un lugar pequeño en el que no había ni cura, ni médico, donde tenían que desplazarse de otros municipios para poder ofrecer sus servicios a los habitantes. Hoy en día se puede ver alguna casa habitada y caminos asfaltados, pero edificios como la escuela o la iglesia están casi derruidos.
El Vado. Cuando en los años 50 se hicieron pantanos por todo el país, el pueblo de El Vado quedó sepultado bajo sus aguas, quedando únicamente una iglesia al descubierto. Sus habitantes se vieron obligados a dejar sus casas y emprender nueva vida en otros pueblos, ya que incluso los pequeños municipios y tierras colindantes fueron expropiados por el Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA). Actualmente se pueden hacer actividades de turismo activo en el embalse, como piragüismo, o senderismo por las montañas que lo rodean.
Umbralejo. Allá en 1971 el ICONA decidió expropiar tanto edificios como terrenos de este pequeño asentamiento en la Sierra Norte de Guadalajara. En total unas 70 edificaciones que actualmente se encuentra dentro de un programa de rehabilitación y en el que durante su restauración se han conservado las líneas arquitectónicas que poseía, dentro del estilo de la arquitectura negra (construcciones con pizarra y barro).
Valdeancheta. En esta ocasión la causa fundamental de que este pueblo quedara prácticamente en el olvido lo tuvo la Guerra Civil española, pues fue uno de los lugares de frente en la contienda y los habitantes fueron evacuados. Una vez finalizado el desastre, este pueblo fue prácticamente derribado, vistas las malas condiciones en las que se encontraban las edificaciones. Aun así, volvieron al pueblo durante algunos años ciertos habitantes, pero en 1968 se fue la última familia que allí vivía.
La Iruela. Esta pequeña aldea lleva deshabitada desde hace varias décadas, aunque no se sabe a ciencia cierta la fecha. Tampoco se conoce el motivo, pero no sería de extrañar que dado el lugar en el que se encuentra (sierra norte) fuera el ICONA el que expropiara sus tierras para repoblarlas con bosques de pinos. Quien sea amante de la naturaleza puede acercarse aquí, pues cuenta con montañas desde las que puede verse un paisaje espectacular. Es curioso, aunque abrumador, ver cómo hay muchas edificaciones que apenas levantan un par de metros del suelo.
Tobes. Por lo que se ha investigado, parece ser que este pueblo comenzó a despoblarse antes de que estallara la Guerra Civil y como antiguamente las familias eran tan numerosas los trabajos de agricultura no eran suficientes como para poder mantener a todos los miembros, por lo que optaban por buscar un futuro mejor fuera de ahí. Fueron pasando los años y vino el declive, por la ausencia tanto de electricidad como de agua corriente. En los años 70 ya no había ni una familia, ni un habitante.
Las Cabezadas. Ahora sólo se ven ruinas, nada más. Hace décadas probablemente fue un pueblo pequeño con iglesia, de la que se puede ver en pie un arco, y con pastos utilizados para agricultura y ganadería. Actualmente en la cercanía y prácticamente dentro del pueblo, se pueden ver los bosques de pinares objeto de la repoblación que el ICONA llevó a cabo el siglo pasado. Sus habitantes se debieron ver forzados a empezar de cero en comarcas colindantes o incluso en la ciudad.