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Katy Mikhailova

Dilemas del primer mundo

Yo soy de esas románticas que creían que la moda era un grito de libertad y que la verdadera moda era no ir a la moda.

La moda y los dilemas del Primer Mundo | Youtube

Desde el no sé qué ponerme, hasta el famoso lo necesito, lo necesito, lo necesito de Maite, personaje de la famosa serie LQSA, todo esto refleja la mentalidad aburguesada del Occidente y esos ridículos "problemas" del primer mundo. El pasado fatídico viernes 13 ha sido para algunos una forma de recordarnos que agradezcamos el poder vivir. Sólo es: vivir. Y que tenga que darse un dramático suceso como este para darnos cuenta de esos dilemas del primer mundo tan estúpidos, banales e innecesarios habla mucho de nuestro estado de enajenación y estupidez. Aprendemos, desgraciadamente, de estas tragedias, a valorar un poco más la vida. Sobre todo esas personas que viven en una burbuja. Nos damos cuenta de que esos vacíos "must-have" que te sugieren las revistas de moda no son más que estrategias para seguir manipulándonos. ¿Cómo es eso de "debes tener" en tu armario esos "imprescindibles"?

Yo soy de esas románticas que creían que la moda era un grito de libertad y que la verdadera moda era no ir a la moda. Me doy cuenta de que cuanto más en el armario tenemos, más necesitamos y más perdidos estamos. Podríamos afirmar que el grado de vacío interno podría corresponderse a la multitud de ropa que tenemos en el armario. Y a más moda, más perdido está uno. Quizá esté equivocado y generalice. Sin embargo, no es una novedad que el apego a las cosas genera el desapego a las emociones. Salvo que te encuentres con bolsos compañeros, que te miran, te observan y te hablan. Esto último es utopía o enfermedad mental.

Hoy me pregunto si el hecho de tener ropa, zapatos, bolsos y joyas en demasía puede llegar a confundirnos y que suframos una pérdida de identidad. Y me explico: si cada día esos que seguimos la moda nos ponemos ropa de diferente estilo, ¿no estaríamos confundiendo a nuestro yo? O, ¿es que la moda es una manifestación externa de nuestra personalidad? Ojalá sea lo segundo. Pero lo primero podría darse en el momento en el que uno viste y no sabe por qué viste así. Me pongo esto porque lo veo, porque lo venden y es lo que me están ofreciendo las tiendas. Lo mismo pasa con la comida, con los programas de televisión y otras tantas cosas que se nos dan y consumimos sin ser conscientes y sin preguntarnos por qué y para qué. Los llaman consumidores discernidores. Sí. Pero pocos lo son. La mayoría son consumidores alienados.

La verdad es que ahora compraré menos ropa y más vino - a ser posible español-; pues más experiencia y más penas ahoga uno en una copa. Entre un Vuitton "low cost" y un Pingus, me quedo con el segundo, pues a fin de cuentas ambos productos están sobrevalorados pero el vino te aporta más experiencias, efímeras, pero más intensas y verdaderas.

Por otro lado, es envidiable el sentimiento de patriotismo que hemos visto estos días en Francia. Bandera, símbolos francesas como la Torre Eiffel, el himno… Repito: ¡es envidiable! Me pregunto cuándo en España, sin esperar por favor a que ocurra nada parecido –recemos, les pido–, llevaremos camisetas, carpetas, sudaderas, gorras, relojes, pulseras y demás artilugios que reflejen el orgullo de ser español. No se siente uno de un sitio, se es y punto. Pensemos seriamente. Consumamos esas firmas que explotan de buena manera eso que nos recuerda de dónde venimos y adónde vamos: España. Dediquemos unos minutos a reflexionar sobre el asunto y a buscar una solución empezando por sacar la bandera al balcón. Ya lo demás vendrá solo. Porque no se siente, se es, existe, y punto.

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