Era una fecha marcada en rojo en el calendario del partido. El pasado fin de semana, el Partido Popular perdía oficialmente más de la mitad del poder municipal con 186 ayuntamientos menos de los que había gobernado durante la anterior legislatura. En muchos consistorios, el traspaso de poderes resultó especialmente lacerante, con insultos a los ediles populares, tanto a los que dejaban de serlo, como a los que recogían su acta de concejal en corporaciones donde tendrán una legislatura de "todos contra el PP".
Durante ese aciago fin de semana, Jorge Moragas, nuevo hombre fuerte de Rajoy, flamante director de campaña, estuvo pendiente de los cambios, muy atento a su teléfono móvil, mientras disfrutaba de un plácido fin de semana en un lujoso yate en la isla pitiusa de Ibiza.
Invitado por el millonario Alberto Palatchi, uno de los empresarios de más éxito de nuestro país, dueño del grupo de moda Pronovias, y por la esposa de éste, Susana Gallardo -rica heredera de un grupo de laboratorios farmacéuticos- Moragas paseó por la cubierta, se agarró al mástil de proa y se puso al timón de la fabulosa nave de recreo por los alrededores de Ibiza. Eso sí, siempre con el teléfono móvil a mano.
Cuando Moragas bostezaba apoyado sobre el parasol del velero de Palatchi, quién sabe si tomaba su acta de concejal Guillermo Zapata, Pablo Soto o Rita Maestre en Madrid. Cuando miraba al horizonte con el viento de cara sentado en cubierta, quizá era cuando los nuevos ediles de Podemos juraban el cargo "por imperativo legal", los de las CUP prometían luchar desde ese momento contra el régimen constitucional, que ellos consideran "impuesto", o la nueva edil de Batasuna-Bildu se hacía con el bastón de mando en Pamplona. Todo un fin de semana de crisis en el PP que Moragas 'sufrió' meciéndose al vaivén de las olas en una embarcación de ensueño. Ese día, el barco de Moragas sí que llegó a buen puerto. ¿Será capaz de patronear el barco del PP con tanto brío desde hoy hasta las urnas en noviembre?