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Katy Mikhailova

Carmen, la invencible

Ha demostrado ser un ejemplo, ha demostrado que la humildad es alcanzable y la superación es posible.

Ha demostrado ser un ejemplo, ha demostrado que la humildad es alcanzable y la superación es posible.
Carmen Lomana | Telecinco

Para todos aquellos que dijeron que no duraría tan siquiera una semana, para todos aquellos que la criticaron asegurando que sin tintes de pelo y sin maquillaje no sobreviviría, para todos aquellos que se burlaron de ella por acudir a un programa como Supervivientes, para todas esas personas: amigos, Carmen ha demostrado ser un ejemplo, ha demostrado que la humildad se alcanzable y la superación es posible.

Cual cura de humildad, la que es para algunos un icono de la elegancia, ha enseñado a todos los españoles que en una isla casi desierta todos son iguales, y que la nobleza se manifiesta, no con caros ropajes o fragancias exclusivas, cuando la ostentación se ausenta. No para todos. A los actores porno no hay moral que los justifique, a las vulgares ex-tronistas no hay hábito que las decore y a los maleducados ni la escasez les educa.

A pesar de todo lo expuesto anteriormente, he de reconocer que Supervivientes me aburre una barbaridad. Y miren que lo he intentado. Desde el primer programa, de los cuales sólo aguanté los primeros 20 minutos hasta el salto de Carmen -muy emotivo, por cierto, dedicado a su único amor, Guillermo-, y no pude más. Ni siquiera una atractiva Lara Álvarez pudo engancharme, como tampoco una sosa Chabelita. Ojalá pudiera deciros con la cabeza bien alta que me encanta el reality, pero la realidad es que una pseudorealidad de individuos de todas las clases, discutiendo continuamente entre ellos, me provoca, cuando menos, hastío. Y se preguntarán cómo, entonces, puedo hablar de Lomana. Pues tan simple y sencillo como seguir y pedir los resúmenes de los mejores y peores momentos de Carmen. Entre otros, Remigio, para mí Remiño, quien lleva la prensa de Lomana, me pasa mucha información de su paso por el programa.

A todos aquellos que, en general, critican estos programas les pregunto si rechazarían unos miles de euros por estar una semana. Porque, desgraciadamente, muchos, que no todos, tenemos un precio. Todo se puede hacer, si no se traiciona la moral y la ética de uno. Y ya en casa, nos preguntamos si estar en la isla la ha hecho ver la político de otra manera, Porque Carmen… es mucha Carmen. Es personalidad en estado puro, y, aunque con ella pasé del odio al amor, del desprecio a la admiración, una charla con ella bastó para conocerla y reconocerla. Una mujer luchadora que pasó por un aborto espontáneo y el posterior fallecimiento de su marido en un accidente. Durante tres años deseaba que no amaneciera, que durmiera por el resto de su vida, y se pregunta una y otra vez ‘por qué a mí’, llegando a dudar la Divina Providencia. Años después, ha superado aquel golpe, y la vida le ha dado una segunda oportunidad: la de la fama y la vanidad, por qué no. La vanidad, llevada decentemente, no es perniciosa. Y en la isla ha demostrado no ser lo que todos creían que era. Porque Carmen... Carmen es invencible.

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