Este fin de semana, y hasta el lunes, se espera como todos los años una concentración de romeros en la aldea onubense de Almonte, que es más que probable rebase la cifra de un millón. Unos, caminando, en jornadas fraccionadas donde no falta el buen cante, el baile por sevillanas y el humor, las comidas de hermandad… Y otros utilizando carruajes diversos. Aparte, por supuesto, de los que se desplazan más cómodamente, pero con idéntico fervor. Hasta alcanzar la madrugada del domingo de Pentecostés al lunes, cuando generalmente hacia las tres, bajo la luz de las estrellas, unos impacientes almonteños saltan la verja del Santuario y portan las andas con la imagen de Nuestra Señora la Virgen del Rocío, seguidos por una muchedumbre que la alaba, entre cánticos, exclamaciones piadosas y lágrimas que surcan por los rostros de gentes curtidas por el tiempo, llenas de incontenible emoción.
Reza la leyenda tradicional que ya los oriundos del lugar la veneraban desde los tiempos de Alfonso X (otras fuentes sitúan ello durante el reinado de Alfonso XI), aunque se sostenga que se construyó una ermita entre 1270 y 1284 en los terrenos de un coto de caza. Otra leyenda muy posterior cifra en los comienzos del siglo XV la aparición de la Virgen a un campesino. Pero el relato que más se ha divulgado es aquel que tiene como protagonista a un labrador que, alertado por el ladrido de unos perros en medio de un zarzal fue a su encuentro, en una zona conocida como La Rocina, hallando la imagen tallada de una Virgen, de tamaño natural, en el tronco de un árbol. Estaba revestida con una túnica de lino de color blanquiverde. Portó la imagen el campesino sobre sus hombros, camino de la aldea, mas durante el trayecto, fatigado, hizo un alto para descansar, quedándose dormido. Al despertar, la imagen había desaparecido. Volvió hacia donde la encontró y allí estaba. Cuando al fin portándola de nuevo alcanzó la aldea, contó lo sucedido a sus convecinos.
Desde entonces quedó entronizada como Patrona del lugar, en principio bautizada como la Virgen de la Rocina, erigiéndose una ermita en su honor. El nombre definitivo, sería luego el de Virgen del Rocío. Igualmente motejada como La Blanca Paloma, en atención a que la romería tiene lugar todos los años durante la semana del Domingo de Pentecostés. Sobre el lugar de la antigua ermita se erigiría la actual, de airosa edificación, Santuario mariano situado en los linderos del coto de Doñana, esa extraordinaria reserva de la Naturaleza. Desde el lunes pasado y durante estos siete días transcurre un desfile de carretas tiradas por bueyes; tractores, calesas, carrés y otros vistosos carruajes, amén de hábiles caballistas, en torno a las hermandades de rocieros –más de un centenar- y el Simpecado, surcando los arenales y las marismas.
Confieso haber estado un año en la romería del Rocío y no he visto ninguna igual. Al margen del fervor mariano de cada cual, todo un espectáculo, cierto es a veces incómodo, con temperaturas muy elevadas. Cuando yo asistí, en la mayoría de las casas de la aldea no había agua corriente (luego han construido algún hotel y apartamentos ya sin aquellas carencias). En la casa que alquiló Rocío Jurado, por un importe de medio millón de pesetas, sólo para una semana, su entonces marido, Pedro Carrasco, provisto de un montón de botellas de agua mineral, la duchaba a chorros. Así se aseaban diariamente ambos. Ese mismo año, "Paquirri", más previsor, se llevó un camión enorme, provisto de duchas, y así él e Isabel Pantoja no pasaron tantos apuros "haciendo el camino", expresión que utilizan los romeros.
En mi caso, salí del barrio de Triana subido en un carré, con buena compañía: el cantaor Juanito Villar, el humorista Paco Gandía, y un reportero gráfico. No faltó el vino fino durante el trayecto: unas dos horas largas hasta llegar al pueblo de Castilleja de la Cuesta, porque íbamos en comitiva, claro. Nadie me advirtió de que debiera haberme protegido del implacable sol y por la noche tuve que echar mano de unas aspirinas, sin poder conciliar el sueño. Pero luego viví ya en la aldea de Almonte momentos felices, porque allí la gente entra por las buenas en cualquier casa, cuyas puertas por lo común están de par en par.
Y así Rocío Jurado recibió a las cinco de la mañana, entre un centenar de invitados, la visita de Antonio Cortés "Chiquetete" estableciéndose entre los dos un desafío de fandangos "a capella". Me fui a la casa que tenía en posesión Isabel Pantoja, donde intercambiaba arrumacos con "Paquirri", vigilados por la madre de la artista, ya que aún no estaban casados, y por Paquita Rico, tía política del torero gaditano. Su "ex", Carmen Ordóñez estaba con su peña de amigos, todos rocieros. No faltaba ningún año a esa cita. Los Marismeños recuerdo que andaban por las calles tarareando sevillanas.
Otros conocidos personajes de la farándula y la vida social son habituales en estas fechas, sobre todo este sábado y el domingo. En la presente edición quienes velan porque el Rocío transcurra con normalidad han incrementado todas las previsiones, por coincidir con el día electoral, lo que no parece vaya a restar muchos asistentes al evento.