Guapas por fuera, inseguras por dentro. Caminan sobre la pasarela como si dominaran el mundo, pero por dentro tienen miedo. Son así algunas de las modelos cuya belleza externa no garantiza el bienestar emocional. Y todo este debate vuelve a plantearse ahora que se ha estrenado el documental Faceback project. La otra cara de la moda de José María Pototo y Sara Rivera. Un film que cuenta con declaraciones e imágenes de las modelos que desfilan en la Fashion Week Madrid y que manifiestan que no todo es como parece. Y es que la belleza no es causa, en absoluto, de la seguridad en una misma. Tampoco el hecho de ser admiradas, fotografiadas, elogiadas, deseadas. Quizá, a veces, centrarse demasiado en lo externo podría traer consigo un vacío interno. A lo mejor no. Pero la realidad es que la perfección externa no tiene porqué traer una perfección en el yo más íntimo.
La excesiva competencia a la que enfrentarse, la delgadez que mantener o el miedo al envejecer son algunos de los enemigos de las modelos. Y a estos tres puntos se suma un cuarto: la pérdida de la identidad de la modelo.
Me contaba en una charla la co-autora del documental que hoy estás cenando en un restaurante y tienes en la mesa de al lado a la modelo que cerró el desfile de un diseñador de renombre y ‘ni te enteras’. Así es. Parece que la época dorada de las grandes diosas de la pasarela ha quedado atrás en España. Bellezas y, sobre todo marcas, como Nieves Álvarez, Eugenia Silva, Martina Klein no se repiten en los tiempos actuales; pues las modelos que protagonizan los desfiles de Cibeles son nombres desconocidos. A menudo, incluso, se buscan modelos con rostros normales, sencillos y poco llamativos. Se las maquilla a todas por igual, se las peina de la misma manera, se las viste, y, ¡listas para desfilar! A pocos les importa quién es, cómo se llama, qué edad tiene, dónde ha nacido, qué siente, qué padece, en quién piensa. A la casa de moda tan sólo le preocupa que "dé la talla" en todos los sentidos. Hiper delgada, alta y que sepa andar -no valen tampoco las Misses regionales curvilíneas y cada cual con su personalidad manifiesta durante el certamen en el que aspiran a ser la "más" guapa de España-.
Aquí y ahora lo que importa es que Bimba Bosé te cierre el desfile o que se lleve la manifa del 15M a la pasarela, cuando no se puede tener un chucho desfilando por el podium o una tertuliana de Sálvame vestida de quinceañera como ya se ha hecho. Qué importa quién es y qué hace. La fama le durará los 7 días que dura la Cibeles, multiplicados por dos, y esto suma 14 momentos de gloria al año. Catorce días en los que paseará por Ifema con ojeras ocultas tras polvos translúcidos milagrosos, alimentándose a base de tuppers. Con suerte, dos de las 20 modelos viajarán a París, Milán y Nueva York. El resto, malvivirán como buenamente puedan lo que queda del año con la generosa paga de la Fashion Week Madrid. Y de casting en casting, y tiro porque me toca, a ver si hay suerte y salgo en el último anuncio de Nivea.
Mientras, observan silenciosamente cómo la egoblogger de turno -que cobra 1.000 euros por sacar unas botas de lluvia en su portal- les quita las campañas de Kellogs y Seat. Se conformarán con abrirse un hueco en Twitter, con intentar cobrar por hacerse selfies en Instagram o con que algún cazatalentos o cazabellezas las fiche mientras pasean por la Gran Vía. Trabajarán gratis por un book que quizá les sirva de trampolín y soñarán con ir al estadio del Bernabéu, a ver si un cámara avispado les enfoca y L’Oreal les llama para protagonizar una campaña de Navidad. Se preguntarán cuándo apreciarán la belleza española tanto como la brasileña en los desfiles de Victoria’s Secret, y otras más audaces perseguirán a Benzemá por si suena la campana. Y mientras tanto, que reine el caos del desequilibrio de la naturaleza marketingniana, que no entiende ni de modas ni de modos, que no explica la razón del estrellato en un momento determinado y que desconoce qué será de la moda del mañana. Son diosas de ‘quita y pon’: quita ropa, pon maquillaje, pero tu identidad no le importa a nadie.