Veía el otro día en un canal de televisión de pago una película danesa, de 2013, llamada La Caza. En el film, el protagonista, un hombre cuarentón, amable, aparentemente buena persona y que trabajaba en una guardería, fue acusado de abusar de una niña. En realidad, tampoco fue una acusación por parte de la pequeña, sino que simplemente le llegó a comentar ésta a la directora del centro, en un momento de enfado contra el que era su tutor, que "era tonto" y que, además, "su pene parecía un nabo porque siempre apuntaba hacia arriba".
Es normal, y lógico, que tales ideas que salen de la boca de una chiquilla de 5 años alerten a más de uno; a mí me pasaría si se tratara de una hija o sobrina mía. Pero La Caza retrata a la perfección cómo, si uno se lo propone, se le puede arruinar la vida a un hombre, y qué fácil es. Estas reflexiones no vienen a defender a Francis Montesinos, pero sí a concederle el beneficio de la duda y la presunción de su inocencia.
Desde que se ha dado a conocer la noticia, en el gremio nacional no se habla de otra cosa –bueno, de Francis y del horroroso logotipo de Loewe que ha traído el nuevo director creativo-.
No he conocido demasiado a Francis personalmente, a pesar de haberle entrevistado en contadas ocasiones. Pero sí recuerdo su amabilidad y la facilidad con la que invitaba a todos a una paella en Valencia. Le entrevisté en varias ocasiones, pero no por ello puedo poner la mano en el fuego por su inocencia, tal como han hecho algunos que otros seguidores del creador en las redes. Amigos: el hecho de hacer ropa bonita, levantar al público de sus asientos en las gradas de Cibeles y ser amable no basta para defender a un hombre de una acusación tan grave y tan seria.
Su talento ha sido más que evidente. De hecho, es de los pocos diseñadores de Cibeles que han sabido crear espectáculo de verdad, y no desfiles coñazo y austeros que aburren a las vacas.
Pero, si tales denuncias por parte de dos menores no fueran ciertas, a Francis ya le han arruinado la vida. Si los presuntos abusos fueran reales, los que tienen la vida arruinada serían esos menores.
Sin embargo, ¿qué interés podría haber detrás de tales denuncias si, tal como dice Francis, va a probar su inocencia? ¿Venganza? ¿Dinero? No olvidemos que el capital económico de Montestinos lejos queda de la fortuna de Michael Jackson, por citar otro ejemplo de presunta pederastia por parte de un personaje famoso.
Una realidad popular dice que, cuando el río suena, agua lleva. Pero considero que a estas alturas sobra entrar en insultos anclados en los prejuicios de homofobia, pues no todo gay es un pederasta, aunque Putin impida, y se le puede entender lejanamente, que las zorras cuiden gallinas, por precaución.
¡Con qué facilidad se puede hundir la vida de un hombre! Nosotras, que somos mujeres, basta con simular algún tipo de violencia de género, que la Ley estará de nuestra parte. Nosotras que, si nos ven jugando con niños pequeños, nada raro se pensaría; y ustedes, caballeros, que, a la mínima que alguien les acuse de algo "extraño", ya tienen la vida acababa, que es lo que refleja fielmente la película antes mencionada.
El desfile más juzgado de Montesinos acaba de arrancar estos días, y, por el momento, el final no se aprecia con claridad. Probablemente haya recibido las críticas más duras de toda su vida, y aun no sabe la que le queda.
Aunque en nuestro imaginario social colectivo haya una perfecta asociación entre los campos semánticos como <gay>, <pederastia> y <profesión libertina>, que no son más que prejuicios, esperemos a una información más firme y real, lejana de vagas y morbosas especulaciones. No caigamos en la caza de brujas gratuita.