Ana Fernández Pardo, consultora de marketing, acaba de publicar El backstage de los egoblogs, donde recoge declaraciones de las 20 egobloggers más influyentes de España.
Este libro recoge secretos como la publicidad encubierta que llevan a cabo las autoras y en qué consiste el éxito de tales portales. Según las entrevistadas, éstas pueden llegar a cobrar entre 500 y 3.000 euros por ponerse la ropa de una marca, hacerse fotos y colgarlas a su blog. Pero no todas pueden vivir de ello.
¿En qué reside, pues, el éxito? ¿Se puede considerar profesión? ¿Hay rivalidad entre ellas? Todas estas cuestiones, Fernández Pardo las revela en su primer libro.
Pregunta: "Mamá, quiero ser blogger de moda", ¿qué tiene que hacer una chica si desea dedicarse a esta nueva "profesión" y vivir de ella?
Respuesta: Eso deberías preguntárselo a las bloggers que lo han logrado, aunque no sé si son conscientes de las claves de su éxito. Te diría que la combinación perfecta es trabajo, saber relacionarse y un porcentaje de suerte. Aunque también es cierto que el mercado de los blogs está a día de hoy muy saturado y las "nuevas generaciones" de las egobloggers lo tienen más difícil.
P: El hecho de que les paguen entre 500 y 3.000 euros por sacar la ropa de una marca determinada en su blog, ¿crees que podría ser una burbuja que terminará reventando?
R: El problema no son las cifras porque pueden ser inversiones realmente rentables para las marcas, sino la falta de regulación al respecto y las malas prácticas de algunas bloggers.
¿Hay casos en los que una blogger pueda perjudicar la imagen de una marca?
Por supuesto. Igual que la contratación de una celebrity o la inversión en un medio. Toda estrategia de posicionamiento conlleva ese riesgo.
¿Qué opinión tienes de los bloggers de moda a estas alturas?
Considero que han sabido crear una profesión a partir de un hobby e, indiscutiblemente, eso tiene mucho mérito y, en muchos casos, puede despertar cierta envidia.
¿Serán los blogs de moda sustituidos por algo nuevo?
Todo esto evoluciona tan rápido que resulta imposible predecir el futuro, pero siempre digo que me inclino más por los relevos generacionales que por la desaparición del formato.