El Palacio Real, el Retiro, y otros lugares de renombre apuntan en otra dirección, pero a mí me da igual, no me importa. Antes de acostarme y como cada noche, me gusta ver a lo lejos esa carretera que dibuja una curva... una curva flanqueada de lucecitas que destellean y observan a su paso luciérnagas que compiten por ver cuál es la primera en llegar a casa.
Y es que a Madrid le sienta tan bien su traje de noche como a ti esa camiseta negra que te regale por tu cumpleaños.
Sabemos que nuestro amor, como la curva que observo desde mi ventana, tiene velocidad limitada, un firme en mal estado y por si fuera poco, está llenita de radares escondidos a la espera que cometamos un error...
Si, es cierto, pero hoy y esta noche, quiero decirte que mientras sigan sonando canciones de amor en este viejo radio casete y tus ricillos dibujen circunferencias en el aire, eres la mejor compañía que puedo tener en este viaje que es la vida.
Carlos