Noche de San Juan
Encendida, ardiente y abrasadora, hemos quemado una noche más de nuestra vida; noche mágica, sortilegio, agua, mar, besos y...
Nos hemos adentrado en las aguas cálidas del mediterráneo, y de espaldas a ese inmenso mar, infinito como quiero imaginarlo, hemos lanzado tres monedas cada uno. Con ellas van nuestros deseos, con ellas ilusiones y esperanzas. ¿Viste como brillaban a la luz de las hogueras? no te lo he dicho, pero me dio pena desprenderme de ellas. Eran oro, iban a recorrer el camino más largo de su vida.
En esas manos que no son de nadie, bajo los penachos blancos de las olas, arrastrándose entre la arena que se levanta en pequeños remolinos , que todo lo emborrona, esperando una tras otra que las lleven hacia delante, otras retrocederán, y alguna encarcelada inmóvil en una caracola contorneada, ribeteada de estrías sienas, ocres, blancos plata, y reducida hasta la insignificancia nos susurra sonidos , oleajes, sabores y gustos que ya probamos , nos deleitaron.
Ya sé que esos no se oyen solo se conocen. El amor tiene todos los sentidos, pero al amar los pierdes, la música de fondo y en el fondo el oído nuestro junto a ella y escucharemos el sonido de ese mar inmenso como quiero imaginar. Como siempre, te he hablado de él, melancólico, triste, amado como olvidado en otro agua y otra arena que aprisionaba entre mis manos pequeñas, manos de niña, que juntas las dos la recogían para jugar a las casitas. Que noches de fuego, que noches de olor a sardinas, que humaredas.
¿Cuántos años llevamos celebrando tú y yo esta noche? ¿Cuántas faldas y cuántos pantalones han llegado a casa rebozados en arena?¿Cuántas veces descalzos hemos vuelto a por las zapatillas? unas volvieron a casa y otras el mar se las llevo con él. ¿Crees que las monedas necesitan calzado? ya otra tontería de las mías, pero es posible que necesiten ser guiadas por unas huellas que a la orilla del mar se borraron.
Que noches las de San Juan, ¿Has imaginado un barco hecho con la clara de huevo?, yo lo tuve en un vaso, lo puse a las doce de la noche en el alfeizar de la ventana, ese iba a ser mi futuro, un barco, un mar, y así de cierto ha sido. El barco lo tengo en casa y el mar se quedó donde vivimos, ahora en tierra con todo aparcado en espera de elevar el ancla te escribo amor. Que noches de San Juan, que llamas, que playas y que arenas.
¿Sabes algo de las monedas?
Duermen cariño, se llevaron mucho y nos dejaron todo, no ves que cada año seguimos haciendo lo mismo.
Luisa
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