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Carta de amor

Muy distinguida Señora

Podría empezar así esta carta y a pesar de su edad, y larga trayectoria lo justifican.

Me tomaré la atribución de no dirigirme de usted en estas líneas como si de una amiga coetánea se tratase. De hecho (y paso a llamarte de "tú"), has sido una parte significativa en el transcurso de mi vida así que quizá, tengo la prerrogativa para hacerlo y expresar un pequeño homenaje a tu compañía.

Siendo aún muy pequeña te conocí gracias a mi padre, quien también tuvo en ti una compañera fiel siempre dispuesta a ayudarle a disipar sus penas, ampliar sus alegrías y compartir su conocimiento. Es cierto que estoy hablando de otras épocas y otras modas, pero mírate, has sabido envejecer llegando a la vez tan actual y moderna a este siglo XXI, incluso ahora en ocasiones haces gala de un apellido muy actual.

Aún recuerdo tu presencia cuando nos acompañabas a los picnics familiares en el campo… ¡a pesar de que no era fácil transportarte con nosotros porque pesabas un poquillo más que ahora! Pero era imposible pensar en pasar un rato de agradable esparcimiento familiar sin que vinieras.

Hace casi dos décadas emprendí una nueva vida y he formado mi propia familia al lado de mi querido marido, pero lejos de mi país. Sin embargo, querida compañera de largo recorrido, a través tuyo ha sido más fácil para mí, especialmente durante los últimos años alejada del mundo laboral. Sin duda alguna he tenido en tu compañía una de las mejores ayudas para no hundirme.

Por toda la compañía que me has hecho y por la que sé que das a otras personas, querida compañera, no puedo sino desear que tu magia a través de distintas voces, diversos contenidos y sobre todo, con la anónima ayuda de quienes te dan forma, color y libertad, sea como la materia: que no se pierda, tan sólo se transforme.

Muchas gracias por tu compañía querida Radio.

Guadalupe

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