He llegado a pensar que tal vez no comprendiste mis palabras, pero no te daba miedo esa marea y tampoco te asustaba el mundo. Ni siquiera el poder vivirlo a tu manera. Y mientras tanto yo te esperaba, en la orilla de los corazones vagabundos, sollozando como un niño pequeño que pierde el juguete que tanto deseaba.
Pero no fui capaz de captar tu idea, de comprender que esa no era la forma, que tú no eras de nadie, no eras de dueño. A la vez tú sin cesar me anunciabas que esto comenzaba a ser para ti un mareo. Yo hacía como que no te escuchaba en vez de intentar comprenderte. Así ahora no me queda otra cosa, que verte alejándote mientras te grito que tal vez un de nuevo, solo tal vez uno pudiera volver a sonar de tu boca.
Por creerme señor de tu cuerpo, enfermo de tus besos y de tus curvas, te pierdo sin poder hacer nada. Igual he sido solo yo el enamorado, que poco a poco te fue convirtiendo en su musa, y creyéndome el dominado, el loco por el amor con el que se disfrazaba la locura. Me he dado cuenta que no era yo el que amaba, sino el que ha convertido este amor en enfermo, el que de tu boca ha provocado que salga un nunca.
Por favor, no me tengas rencor, te lo ruego, que ya probando el desamor me basta, que ya estoy siendo verdugo de mis te quieros, y víctima de ver cómo te marchas.
Jessica