Una segunda oportunidad
Lola vive a las afueras de la ciudad. Los sábados por la noche coge el autobús número 27 que va al centro.
Ha quedado con unos amigos, pero nunca llega a su destino. Apenas unas paradas y una fuerza interior la impulsa a salir del transporte, deambula por las calles y unas horas después vuelve a casa, extenuada , triste y sola. La misma rutina, las mismas preguntas, siempre el mismo vacío.
Lola perdió a su marido hace un año, de cáncer.
Manuel trabaja como pluriempleado de lunes a sábado hasta altas horas de la madrugada. Sólo las tardes de martes y jueves su vida gris cambia de color cuando se acerca al punto de encuentro y recoge a sus hijos. Tras su divorcio, Manuel no levanta cabeza.
Lola ha ido vaciando poco a poco su corazón. El amor que lo inundaba se escapó por sus grietas buscando al compañero que partió y nunca más volvió. Manuel, en cambio, ha ido llenando de amargura el suyo y lo ha convertido en un páramo estéril, un pozo de rencor y tristeza.
El pasado sábado, uno de tantos, un accidente en la línea 27 ha colapsado las urgencias del hospital. En camas paralelas esperan Lola y Manuel la atención médica que precisan. Sus heridas no revisten gravedad. Las que realmente duelen son las que nadie ve. El destino, tan caprichoso como caótico, les ha situado en la misma habitación, un nexo de unión para estas pobres almas que, como vasos comunicantes, han compartido en unas horas sus vidas, sus miserias y sus frustraciones.
Ellos reniegan del amor, lo han zarandeado, lo han insultado, lo han expulsado de sus vidas y lo han obligado a exiliarse en tierra de nadie. Pero el amor hace caso omiso al mandato humano y aparece sin pedir permiso, cuando no lo esperas. Su fuerza hace mover al mundo, derribar barreras, alimentar la esperanza y vencer a la adversidad.
El amor, sólo el amor, logrará que Lola cure sus heridas y llene su corazón con una pasión tan grande como la que perdió. El amor, sólo el amor, hará que Manuel deje llegar al suyo la ilusión que perdió y convierta su estéril vida en frondoso vergel. El amor, sólo el amor, ha sembrado en los corazones de Lola y Manuel la semilla que les dará una segunda oportunidad, el embrión que hará de sus vidas instrumentos de una misma orquesta tocando la hermosa sinfonía de sus vidas.
Tras el accidente, un sábado más, Lola coge el autobús número 27 para ir al centro. Ha quedado con unos amigos , pero esta vez si llega a su destino, acompañada por Manuel.
Sed felices.
Manuel Benítez
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