Con más o menos alegría, el día que nuestro hijo abandona la casa familiar se abre un gran abanico de oportunidades para su vieja habitación. Nuestra creativa mente decorativa comienza un rastreo por los conductos de la memoria intentando recordar qué es lo que siempre añoramos y ahora podemos tener en la sala de al lado. O bien en busca de nuevas ideas. Desde una sala de lectura a un escenario perfecto para hacer yoga y practicar la relajación. Sea cual sea la elección definitiva, el objetivo es el mismo: crear un espacio propio para desconectar del día a día. Vamos a contaros dos ejemplos para comenzar la redecoración.
Después de un largo día de trabajo, dentro o fuera de casa, las venturas y desventuras que te han acompañado durante el día se niegan a salir de tu cabeza. ¿Qué mejor que adentrarse en un universo paralelo? Un libro puede ser el viaje perfecto que parte desde una habitación, y una butaca o diván serán nuestros acompañantes ideales. Hoy vamos a hacer un retrato de una sala muy apetecible: una biblioteca.
Confiamos en que la habitación que nuestros hijo o hija dejó libre disponga de amplios ventanales para aprovechar al máximo la iluminación natural. De no ser así podemos encontrar otro tipo de iluminación que simulará la luz natural y nos dará una sensación de calma y relax sin necesidad de dañar nuestra vista. Una lámpara de pie podría ser una buena elección.
Es muy importante conseguir un buen acompañante. Una butaca o diván adecuado debe envolver nuestro cuerpo con el fin de que ninguno de nuestros músculos esté en tensión mientras leemos. Elegir un color claro para la tapicería facilitará nuestra desconexión, ya que los colores fuertes y oscuros pueden aturdir nuestra vista. Añadir un pequeño puf para tener los pies en alto completará el pack del viaje perfecto.
Aún tenemos las paredes vacías pero no estamos tan lejos de acabar. Colores pastel y tonalidades claras serán las protagonistas de nuestra biblioteca. Afortunadamente hoy en día tenemos muchas opciones para hacernos con unas estanterías básicas para asentar nuestra colección de libros, así como una pequeña mesita. Cuadros poco recargados con paisajes relajantes, pequeñas plantas que den armonía a la sala y algunas velas aromáticas pueden ser las guindas de nuestro pastel.
Sala de yoga
La segunda idea que podría encajar con nuestro objetivo de crear un rincón personal para abstraernos de la realidad va dirigida al arte de la meditación: el yoga. Cada vez somos más los que acudimos a gimnasios y centros deportivos para relajarnos y practicar esta estupenda técnica india. ¿Para qué acudir a una sala llena de gente estresada cuando podemos crear un escenario mejor en casa?
Una sala de yoga nos hará alcanzar nuestra espiritualidad fase por fase en un entorno idílico. Habilitar esta sala será una tarea muy sencilla puesto que requiere una decoración minimalista. Una colchoneta junto a unos almohadones de algodón serán la parte más importante de tu habitación. Un amplio espejo te mostrará cada movimiento y la música deberá acompañarte en este viaje a tu yo más profundo.
Pinta las paredes con colores brillantes que motiven tu mente y tu cuerpo, y ambienta la sala con velas aromáticas o incienso que te transporten a la antigua India. Añade elementos decorativos que te provoquen buen humor y espíritu zen para finalizar tu rincón especial. Todo sirve mientras no recargues la sala con objetos molestos e innecesarios que entorpezcan tu relajación.
Dos espacios pero un mismo objetivo: convertir una sala en ese lugar que siempre has necesitado para desconectar del mundo por unas horas. Una oportunidad para encontrarte a ti mismo y afrontar de una manera positiva cada día.