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Rock of Cashel: las ruinas más bellas de Irlanda

Una vista del exterior de la Catedral y de parte del cementerio que la rodea.
La espectacular Rock of Cashel

A pesar de que ya estábamos a principios de abril, las colinas cercanas a la Rock of Cashel estaban cubiertas de nieve. El día iba cambiando: ahora un sol luminoso, ahora unos nubarrones amenazadores, ahora el claroscuro de un cielo que se reparte entre nubes y claros casi al 50%... Pero en lo alto del promontorio había algo constante: un viento fuerte y frío que dejaba los dedos casi insensibles y hacía que las manos buscasen el resguardo de los bolsillos después de cada foto.

No es que la Rock of Cashel sea una gran montaña: el promontorio rocoso sobre el que se asienta debe tener menos de un centenar de metros, pero es prácticamente lo único que rompe la superficie de la llanura de Tipperary en muchos kilómetros a la redonda, por lo que no sólo el viento llega sin nada que lo frene o al menos lo modere, sino que tampoco hay cosa alguna que interrumpa unas vistas que llegan a decenas de kilómetros de distancia, todo de una gama de verdes como sólo las hay en Irlanda.

Esas vistas que hoy son deleite de los turistas resultaron también esenciales para que la Rock of Cashel fuese durante siglos un centro de poder, primero político y militar, después religioso. Un lugar en el que acumular edificios que transmitiesen la idea de ese poder, que la anunciasen a lo largo y ancho de la llanura, que la hiciesen visible nada más superar la cumbre de las colinas.

La belleza del olvido

Pero los siglos pasaron y los reyes que habían dominado desde allí uno de los antiguos munsters de Irlanda fueron cayendo en el olvido, y más tarde también se empezó a no recordar quiénes habían sido los arzobispos que habían regido desde allí las vidas de Dios sabe cuantos fieles.

Y lamentablemente, o no, ese tiempo fue golpeando la Rock of Cashel como un martillo golpea una roca y la va desgastando, y la gran Catedral se fue quedando en un esqueleto de paredes sin techos ni ventanas ni puertas ni, por supuesto, más ornato interior que las desgastadísimas lápidas de las tumbas en el suelo, de letras hoy ya irreconocibles.

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El Palacio Arzobispal y la Catedral | C.Jordá

Y lo mismo pasó con el Palacio Arzobispal, que debió de ser enorme y con toda probabilidad majestuoso, al menos al modo medieval irlandés, y con los edificios que albergaban a sirvientes y funcionarios.

Las únicas que han resistido en pie el embate de los siglos han sido la típica torre redonda irlandesa junto a la catedral y, restauración mediante, la pequeña Capilla del Rey Cormac, una delicada pieza de un románico bellísimo.

El mejor románico de Irlanda

Curiosamente, la capilla es el edificio más antiguo de la Rock of Cashel y, de hecho, la Catedral está construida pegándose literalmente a sus muros, como esas ermitas que se levantan junto a la pared rocosa de una montaña o una cueva y se adaptan a su contorno, sólo que en este caso la pared de roca amenazante llegó después que el pequeño templo.

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Capilla del Rey Cormac, | C.Jordá

Además, es probablemente el elemento arquitectónicamente más valioso del conjunto y, por si todo esto no fuera suficiente, en su interior, que sólo se puede ver en las visitas guiadas, se conservan algunos valiosísimos restos de frescos que, pese a que sólo una porción menor de lo que debían ser, transmiten la idea de que esa modesta nave llamativamente asimétrica debió ser en su día un pequeño pero lujoso tributo a la Fe y a la riqueza de sus constructores.

La sublimación de la ruina romántica… e irlandesa

El edificio más grande de la Rock of Cashel son las ruinas de la que debió ser una espléndida catedral gótica. Su interior sin techo no servía para resguardarse de la lluvia ni del viento, pero aún así transmitía una inequívoca sensación de grandeza.

Las paredes se elevaban a nuestro alrededor hasta una altura importante, las viejas ventanas sólo eran ya huecos de formas puntiagudas y el conjunto resultaba casi una fantasía romántica, como esas arquitecturas fingidas en las que los pintores o los ilustradores ubicaban las meditaciones con tendencias suicidas de héroes tipo Werther.

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Las ruinas de la Catedral | C,Jordá

He escrito alguna vez que las ruinas tienen un encanto especial en Irlanda y en ningún sitio creo que eso se cumpla tan a rajatabla como en la Rock of Cashel, y para colmo rodeando buena parte del conjunto está otro de los elementos que siempre especiales en la verde Eire: un cementerio de viejas tumbas ajadas, con cruces celtas a las que la intemperie les ha cambiado el gris del granito o blanco del mármol por distintos tonos de verde, como si tratasen de imitar los campos de la llanura de Tipperary que los muertos disfrutan como maravillosas vistas.

Con el frío y el viento envolviéndonos, uno se tiende tentado a pensar que no puede ser de verdad, que todo es un decorado y que en cualquier momento Sean Thorton y Mary Kate Danaher van a aparecer y se van a besar bajo la tormenta. Pero no, no es un decorado, es sólo que esa Irlanda de cuento amada por, entre otros, John Ford se parece tanto a la real que seguro que ustedes también se enamoran de ella cuando la conozcan.

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