En los últimos días he dado un par de paseos por el centro de mi ciudad, Madrid, acercándome un poco al ambiente navideño del centro, con las luces, el mercadillo de cosas para el belén y la casa de la Plaza Mayor... La verdad es que hacía mucho que no paseaba por estas zonas en estas fechas y, al visitarlas con mi pequeña hija de dos años, he redescubierto un excelente reclamo para que los turistas nos visiten: puede que nuestra navidad no tenga el glamour de la neoyorquina, pero sí es un buena ocasión para conocer un Madrid ligeramente diferente y bastante entrañable.
Varias son las razones que justifican este viaje que les propongo: en primer lugar conocer la ciudad con la iluminación navideña, polémica en los últimos años y quizá algo menos espectacular éste, pero que sigue siendo de las más llamativas de España y, desde luego, le da un toque completamente diferente a calles que conocemos también como Alcalá o el Paseo del Prado y a monumentos como la Cibeles o la Puerta de Alcalá.
Además, este año las compras vivirán probablemente un final de diciembre interesante para el consumidor (al menos el que se lo pueda permitir) ya que el descenso de la demanda y la fuerte competencia harán que muchas tiendas adelanten la temporada de rebajas con descuentos importantes incluso antes de acabar el año.
Y, por supuesto, la navidad no cambia un ápice la habitual oferta cultural y de entretenimiento de Madrid, por ejemplo el Prado tendrá durante estas fechas dos excelentes exposiciones temporales que también justificarían por sí mismas una visita a la ciudad: una de Rembrand que acaba el 6 de enero y otra con la colección de escultura clásica del Museo Albertinum de Dresde.
No me negarán que es un menú la mar de apetecible...