La ría de Urdaibai o de cómo la buena vida se vive despacio
Una de las cosas que más me llamó la atención en el viaje que hice semanas atrás a Urdaibai (y del que lamentablemente no he podido contarles nada por aquí hasta ahora) fue el ritmo pausado y bello que la ría imprime a todo el paisaje y, se diría, a la vida de los que la rodean.
Por supuesto, la ría es hermosa en si misma, un cauce amplio por el que paseamos la mirada con placer, que nos transmite tranquilidad, nos envuelve y al mismo tiempo nos ofrece una perspectiva lejana, un horizonte marino e infinito.
Pero lo mejor es la posibilidad de mirarla durante horas y casi en cada momento encontrar un cambio, bien por la luz del sol, por el rápido camino que recorren las nubes sobre ella o por el incesante juego de las mareas, la cuestión es que poco a poco, de forma imperceptible pero imparable, el paisaje cambia ante nuestros ojos y lo que ahora es una larga lengua de arena bañada por el sol en un rato se convierte en un recodo cubierto de un agua gris que refleja las nubes que la cubren.
Está claro que lo mejor para conocer la ría y paladearla es pasear por ella, pero si nos pilla la marea alta o si vamos, como casi siempre, algo justos de tiempo no será mala cosa que nos acerquemos a algunos miradores privilegiados, como la pequeña isla de Txatxarramendi, una mancha verde en medio del cauce.
Tiene Txatxarramendi un puente con una valla metálica blanca y farolas a juego, todo en un estilo como de principios del siglo pasado y con un punto decadente. El puente y ese ser isla o no dependiendo del momento de la marea me recordaron a La Toja, de la que sería un versión diminuta pero también encantadora.
Además, también tuvo su hotel lujoso años atrás, al que venían familias de Bilbao y gentes de mal vivir (pero que vivían muy bien) como toreros, futbolistas o boxeadores. Hoy el hotel ya no está (fue derruido décadas atrás) y su lugar ha sido reconquistado por el espeso encinar que es una de las peculiaridades de este y otros rincones de Urdaibai.
Desde Txatxarramendi lo mejor es mirar al norte y disfrutar de la desembocadura de la ría, coronada por la isla de Ízaro que termina de darle un toque especial al limpio y hermoso paisaje.
Otro lugar privilegiado para disfrutar de la ría es Mundaca, desde el último rincón de su Atalaya (la peculiar "plaza mayor" del pueblo al borde del mar), con la famosa ola a nuestras espaldas y prácticamente toda la larga desembocadura frente a nosotros, con la posibilidad de contemplar, si el día es claro, hasta el límite sur de Urdaibai, marcado por los montes Goroño y Astoaga.
Allí nace el Oca, el pequeño río que está muriendo junto a nosotros y que, junto con las mareas, el sol, el viento y las nubes, configura el paisaje con el que nuestra mirada se está deleitando.
Y no olviden mirar despacio, sin prisas, que es como se vive (y se disfruta) en Urdaibai.
MAS
Mis fotos de la naturaleza enUrdaibai en Flickr.
Mis fotos de Mundaca, Bermeo y otros pueblos de Urdaibai en Flickr.
Por supuesto, la ría es hermosa en si misma, un cauce amplio por el que paseamos la mirada con placer, que nos transmite tranquilidad, nos envuelve y al mismo tiempo nos ofrece una perspectiva lejana, un horizonte marino e infinito.
Pero lo mejor es la posibilidad de mirarla durante horas y casi en cada momento encontrar un cambio, bien por la luz del sol, por el rápido camino que recorren las nubes sobre ella o por el incesante juego de las mareas, la cuestión es que poco a poco, de forma imperceptible pero imparable, el paisaje cambia ante nuestros ojos y lo que ahora es una larga lengua de arena bañada por el sol en un rato se convierte en un recodo cubierto de un agua gris que refleja las nubes que la cubren.
Está claro que lo mejor para conocer la ría y paladearla es pasear por ella, pero si nos pilla la marea alta o si vamos, como casi siempre, algo justos de tiempo no será mala cosa que nos acerquemos a algunos miradores privilegiados, como la pequeña isla de Txatxarramendi, una mancha verde en medio del cauce.
Tiene Txatxarramendi un puente con una valla metálica blanca y farolas a juego, todo en un estilo como de principios del siglo pasado y con un punto decadente. El puente y ese ser isla o no dependiendo del momento de la marea me recordaron a La Toja, de la que sería un versión diminuta pero también encantadora.
Además, también tuvo su hotel lujoso años atrás, al que venían familias de Bilbao y gentes de mal vivir (pero que vivían muy bien) como toreros, futbolistas o boxeadores. Hoy el hotel ya no está (fue derruido décadas atrás) y su lugar ha sido reconquistado por el espeso encinar que es una de las peculiaridades de este y otros rincones de Urdaibai.
Desde Txatxarramendi lo mejor es mirar al norte y disfrutar de la desembocadura de la ría, coronada por la isla de Ízaro que termina de darle un toque especial al limpio y hermoso paisaje.
Otro lugar privilegiado para disfrutar de la ría es Mundaca, desde el último rincón de su Atalaya (la peculiar "plaza mayor" del pueblo al borde del mar), con la famosa ola a nuestras espaldas y prácticamente toda la larga desembocadura frente a nosotros, con la posibilidad de contemplar, si el día es claro, hasta el límite sur de Urdaibai, marcado por los montes Goroño y Astoaga.
Allí nace el Oca, el pequeño río que está muriendo junto a nosotros y que, junto con las mareas, el sol, el viento y las nubes, configura el paisaje con el que nuestra mirada se está deleitando.
Y no olviden mirar despacio, sin prisas, que es como se vive (y se disfruta) en Urdaibai.
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