Es cierto que la historia y el presente no siempre están de acuerdo, pero en pocos lugares esa disputa es tan evidente como en Sigüenza, hoy un pueblo no demasiado grande (unos 5.000 habitantes) y ayer lugar estratégico y tan rico como para tener una catedral imponente y un castillo descomunal.
Gracias a eso, hoy por hoy esta pequeña ciudad es un lugar que merece una visita, varias visitas si me apuran, y gracias también a ese desfase cronológico, al menos en parte, ha llegado hasta nosotros con un grado importante de pureza, lo que probablemente no habría sido posible de haber tenido más éxito la ciudad en los últimos siglos, de haberse desarrollado más.
Llegar a Sigüenza es ver desde lejos el Castillo y la Catedral, cada uno en una parte del pueblo y los dos formando un conjunto muy armónico, no solo porque a ambos los contempla una imponente y similar cantidad de siglos, sino porque parecen cumplir una función similar y se diría que lo guerrero le ha ganado la partida a lo religioso tanto en uno como en la otra.
No en vano los dos edificios fueron impulsados, la iglesia desde cero y el castillo a partir de las previas construcciones musulmanas, por los mismos obispos, que además fueron también los que arrebataron la plaza al infiel, ya que Sigüenza fue conquistada por las huestes del arzobispo de Toledo, para que luego digamos que la Iglesia de hoy en día es belicosa.
Tras visitar la catedral un buen recorrido turístico de la ciudad es iniciar la ascensión hacia el Castillo, que hoy es un imponente Parador de Turismo, a través de la Plaza del Ayuntamiento y de la Calle Mayor, pero mi consejo es que en lugar de llegar hasta arriba del todo por esta misma calle se desvíen por las travesañas, las dos callejas perpendiculares que atraviesan todo el casco viejo, y se pierdan por el pequeño pero encantador entramado de callejones y plazuelas.
No menos fotogénicas que los tramos todavía en pie de las murallas y, sobre todo, que las encantadoras puertas que todavía se mantienen en pie: del sol, del hierro, arquillo de San Juan… tan modestas como auténticas.
Un casco viejo pequeño (como todo en Sigüenza menos la catedral y el castillo) pero en el que se puede recorrer y reconocer las distintas zonas: la de las casas nobles, la de la judería, la de los artesanos mudéjares…
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