Si hay algo que realmente me ha gustado de Londres, ahora que he empezado a conocerla más, es la increíble variedad que tiene y ofrece la capital británica. En pocas ciudades del mundo -de hecho, de las que yo conozco sólo me atrevería a citar otra más: Nueva York- se puede encontrar la gente, la comida, la ropa y las cosas de todas las esquinas del planeta que es posible ver en Londres.
Uno de los lugares en los que esa variedad se muestra en, por así decirlo, todo su esplendor, son los mercados y los mercadillos que llenan Londres y se han convertido en uno de los primeros reclamos turísticos de una ciudad llena de atractivos, pero a la que nadie viaja sin pasar por Camden o Portobello, por poner sólo dos ejemplos.
Hoy quiero hablarles de ellos y de un par más por los que pasé en mi último y fantástico viaje a una ciudad que en cada visita me gusta más y que es, sin duda, uno de los lugares que es imprescindible conocer en Europa.
Portobello Road es, sin duda, el más conocido y clásico mercadillo de Londres, la alargada calle es, especialmente los sábados, un hervidero de puestos en los que es posible encontrar casi de todo: ropa, recuerdos, comida de mil tipos, bocinas, teteras y bandejas que brillan como espejos…
Como en los grandes mercados callejeros, los puestos de la calle son en ocasiones prolongación de las tiendas en las casas, muchas de ellas de antigüedades o, al menos, de trastos viejos, preciosas chamarilerías que hacen las delicias del curioso aunque uno no esté pensando en gastar su dinero en esos bellos objetos, casi siempre tan carentes de utilidad como llenos de atractivo.
Más recientes, pero ya una parte indispensable del mercado, los puestos de comida ofrecen un menú variadísimo y sustancioso, con la competencia empujando hacia arriba la calidad y hacia abajo los precios es posible comer muy bien y bastante barato siempre, eso sí, que uno no sienta prejuicios por lo que antes era comida callejera y ahora es street food, mucho más chic y cosmopolita porque así lo hemos decidido, incluso cuando tampoco está especialmente bien presentada.
Y, por supuesto, todo aderezado con artistas callejeros, personajes a los que llamar artista es un exceso de optimismo y, en general, gente extraña ya sea por muy moderna o por exageradamente vintage.
Así, por unas cosas u otras desde su inicio en un estrecho callejón y debajo de un puente de las vías de metro hasta su final en la cinematográfica y lujosa zona de Nothing Hill, ya no muy lejos de Hyde Park, Portobello Road es un paseo imprescindible al que dedicar nuestra mañana de sábado en Londres.
Al llegar a Candem la calle principal de la zona, Chalk Farm Road, nos recibe con su tráfico intenso, sus fachadas coloridas y sus tiendas de zapatillas y sus estudios de tatuajes. Todo es enormemente visual y mucho más alternativo o, quizá podemos usar otra palabra, joven.
Camden nos muestra desde el primer minuto que es más moderno y, sobre todo, más canalla, que Portobello, a cambio evidentemente de sacrificar a ello cierto encanto british que aún conserva el anterior.
Pero eso no le quita su propio encanto y, sobre todo, su interés. Camden es, además, grandísimo y cada una de sus muchas zonas tiene un carácter propio y diferente, incluso hay un espacio para una inesperada belleza urbana alrededor del Regent’s Canal y sus esclusas, en las que las luces de los mercados se reflejan e incluso se pueden ver bellísimos atardeceres.
En Camden lo que encontramos es, esencialmente, moda y todo lo que se mueve alrededor de la moda: complementos, tatuajes, decoración... Hay para muchos gustos y en muchos formatos: desde el ambiente más retro del Camden Lock hasta las tiendas de gusto gótico en Staples Market, pasando por supuesto por lugares en los que comprar camisetas razonablemente convencionales y también espacios futurísticos llenos de plásticos y fluorescentes como la llamativa Cyberdog.
También hay, por supuesto, un espacio para la gastronomía: en los muchos puestos junto al pequeño puerto del canal o en el conjunto de puestos de comida barata y sobre todo asiática que hay en el interior del mercado, un lugar a mitad de camino del Callejón Diagón de Harry Potter y el futuro humeante de Blade Runner.
Como Londres, Camden es por lo general fascinante y también es, por momentos, deliciosamente inquietante. En suma, es imprescindible.
De todos los mercados que repasamos en este pequeño recorrido el que más sigue pareciendo y ejerciendo de tal es Borough Market. Está en una zona cercana al Támesis -concretamente junto al Puente de Londres- que se ha llenado de vida en los últimos años y en la que comparte protagonismo con el espectacular rascacielos The Shard, sólo unos cientos de metros más allá.
Borough es uno de los mercados más antiguos de Londres: hace cientos de años que se compra y se vende en la zona y el bonito edificio actual data de mediados del siglo XIX. Era y sigue siendo un mercado sobre todo de frutas y verduras, pero a esto se le ha añadido la ahora tan habitual oferta de comida ya preparada y, además, una selección de productos y tiendas gourmet.
En el primer caso la variedad es notable: riquísimos sándwiches de carne, gambas, calamares, hamburguesas por las que la gente es capaz de hacer media hora de cola, una pasta que podría servirse en cualquier ciudad italiana y hasta una paella que, sinceramente, ya no les puedo recomendar. La mayoría son puestos que nos dan la comida en recipientes desechables que tenemos que comer donde y como podamos, pero también hay por la zona multitud de restaurantes más formales.
En cuanto a lo segundo, quesos, fiambres o vinos reclaman nuestra atención (¡y nuestro dinero!) desde pequeñas pero más que tentadoras tiendas en las que lo más recomendable es, precisamente, caer en la tentación.
Terminamos nuestro recorrido por el que es el menos tradicional de nuestros mercados, pero que sin duda es el más lujoso: Covent Garden es un precioso edificio en el que ahora las tiendas de comida han sido sustituidas por tiendas elegantes de ropa que la mayor parte de nosotros no se puede permitir.
Y no sólo eso: heladerías en las que los crepes alcanzan cota de evento gastronómico; jugueterías que parecen hechas para una película en las que hay que usar una estrecha escalera para subir a una segunda planta aún más pequeña y encantadora que la primera; perfumerías que venden sus propios perfumes artesanales y te preguntan si prefieres los aromas amaderados o cítricos o florales antes de recomendarte una colonia especial que es una sutil mezcla de unos y otros….
Covent Garden está dividido en varios espacios, como calles que se interconectan, y en los que cada uno es ligeramente distinto a los otros. En el mayor de ellos, el Apple Market, encontramos los restaurantes más chic en los que cenar o tomar una copa por la tarde, después de la hora del te.
Probablemente son el lugar ideal para terminar un día -o varios- en los que recorrer estos y quizá otros rincones en los que se compra y se vende en Londres, no encontrarán mejor manera de disfrutar y conocer una ciudad tan apasionante… como sus mercados.