El consejo fotográfico que quiero darles hoy es un tanto paradójico, porque lo que quiero pedirles o recomendarles es, precisamente, que no hagan fotografías.
Me explico: si hay un denominador común de todos los destinos turísticos que he visitado es que hay algunos lugares o algunas cosas de las que no es posible hacer fotos. Y no se puede en primer y obvio lugar porque está prohibido, y eso debería bastarnos como turistas educados y respetuosos que somos, pero sobre todo porque las fotografías, y muy especialmente los flashes que son necesarios para obtenerlas, pueden perjudicar a aquello que estamos intentando retratar como obras de arte, algunos monumentos, cuadros, estatuas...
Pero a pesar de las prohibiciones y de los guardias de seguridad o vigilantes que en muchas ocasiones intentan evitarlo, seguro que todos han visto, como yo, las miriadas de flashes en los más variados e inapropiados lugares.
Lo más llamativo del tema, desde mi modesto punto de vista, es que de todos estos lugares, objetos o piezas de arte podemos obtener postales o imágenes por precios ridículos en el lugar en el que están expuestas, o encontrarlas por internet, normalmente con una calidad muy superior a la que nosotros vamos a alcanzar con nuestro horroroso flash directo.
Así que les animo a ser respetuosos, en primer lugar con las propias obras de arte, en segundo con los propietarios legítimos de cada una de ellas cuyo patrimonio no tenemos derecho a destruir, y en tercero pero no menos importante, con las generaciones futuras que tienen derecho a disfrutar de ese monumento, esa estatua o ese cuadro en, al menos, el mismo estado de conservación que le ha permitido a usted disfrutar de esa belleza.
PD.: La foto la he tomado de esta página web, gracias a su autor.