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El Rocío, el pintoresco pueblo de Huelva donde está el origen del lejano oeste americano

Los que visiten la aldea encontrarán una mezcla de fervor religioso con ambiente festivo, buena gastronomía y, sobre todo, caballos.

El pueblo está muy ligado al caballo siendo este un paraje ideal para la práctica de actividades ecuestres, convirtiéndose en un principal referente en la organización de concursos hípicos. | David Alonso Rincón

Huelva posee en su provincia un lugar único en el mundo donde sus calles anchas y arenosas están pobladas por casas de blancas fachadas, donde sus vecinos no dudan en coger su caballo o su carro para desplazarse, ya que es el principal medio de transporte en el poblado. Se trata de El Rocío, un lugar de otra época que nos recordará con toda seguridad al Oeste Americano, o al menos a sus películas, donde los caballos tenían un gran protagonismo, no sólo entre los pistoleros, sino también con los indios. Un animal que ha formado parte del adn de la nación más poderosa de La Tierra desde sus orígenes.

El Rocío es una pequeña aldea del municipio de Almonte, situada a 15 kilómetros de Matalascañas, a la que se accede por un camino que bordea el Parque Nacional de Doñana. Esta polvorienta aldea es sin duda uno de los lugares con mayor encanto de la provincia de Huelva.

Desde el primer momento en el que se llega al pueblo, hay varias cosas que llaman la atención: las sedes de las hermandades, el ambiente religioso y festivo al mismo tiempo y que las calles están cubiertas de albero (tierra con la que se cubren los ruedos de las plazas de toros). También es fácil toparse con la presencia de muchas tiendas (para turistas y no tanto) donde comprar el típico traje de gitana.

Si hay algo que obligatoriamente debe ser visitado en esta aldea es la famosa y venerada Ermita del Rocío. Pensada como si fuera un típico cortijo andaluz, nos sorprende en su exterior con una preciosa fachada blanca, rematada por una cruz de cerrajería en lo alto. Durante la Romería del Rocío, más de un millón de personas se acercan a este lugar de devoción religiosa para venerar a la Virgen, multiplicando la población de la localidad de 2000 personas cansadas a 1 millón durante esos días. Un verdadero éxtasis de religiosidad en un ambiente festivo. Esta pequeña aldea constituye el final de un camino que realizan miles de peregrinos para adorar a la Blanca Paloma en una multitudinaria romería llegados desde todos los rincones de España, quizás la fiesta más grande de España durante los días de festejo.

Cabe destacar otros lugares en la aldea almonteña como el Paseo Marismeño (frente a la ermita) o la Plaza del Acebuchal, presidida por un centenario olivo silvestre de proporciones desmesuradas. Aunque lo más recomendable en su visita es perderse por sus calles y disfrutar del ambiente andaluz más típico en sus numerosos restaurantes.

Parque nacional y natural de Doñana

Otra actividad muy recomendable de la zona es la excursión a caballo o carreta por El Rocío y sus alrededores, por los caminos rocieros y los bosques cercanos. Hay varias empresas que ofrecen este tipo de servicios. La visita a Doñana se hace desde Huelva, Sevilla y Cádiz. En este caso, la visita más conocida de Doñana se realiza desde la provincia de Huelva partiendo desde el Centro de Visitantes El Acebuche o desde el mismo pueblo de El Rocío, eso sí, es imprescindible reservar con mucha antelación.

El mundo del caballo está muy presente en la aldea, casi podría decirse que hay más equinos que personas, convirtiéndola es un lugar ideal para la práctica de actividades ecuestres. De hecho, en 1992 fue nombrada Aldea Internacional del Caballo por aglutinar la mayor concentración de ganado equino de Europa durante una romería.

Una estampa de Doñana con sus caballos. | David Alonso.

Los caballos del Oeste Americano son españoles

Uno de los símbolos más auténticos de los Estados Unidos es el caballo de raza Mustang y proviene de España. Y más concretamente de los caballos de la Marisma del Entorno Natural de Doñana. Un animal que hemos visto en innumerables películas, estampas, anuncios o logotipos durante años y por varias generaciones. Pues bien, ese emblema del ‘estilo americano’, fue introducido por los españoles.

Unos animales que llegaron durante la conquista de América, se asilvestraron y muy pronto se extendieron por toda Norteamérica hasta superar los dos millones de cabezas a comienzos del siglo pasado. De hecho la palabra mustang proviene de la palabra española mustango y fue adaptada al inglés. A su vez proviene del español mesteño.

Se llamaba así desde el s. XIII a los animales que no tenían dueño conocido, y que por las leyes de Castilla debían pasar a propiedad de las mestas o concejos de ganaderos.

Como curiosidad, hoy en día estos caballos Mustang gozan de una gran aprecio en Estados Unidos, donde su Gobierno aprobó, en 1971, la Ley de Burros y Caballos Salvajes Libres, para la protección de la raza, puesto que ha ido menguando en las últimas décadas ya que se convirtieron en un problema para los ganaderos ya que consumían el pasto de sus propias reses. Así comenzó su caza, y su número se redujo paulatinamente hasta quedar en tan sólo unos trescientos veinte mil animales a finales de la década de los 60.

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