Florencia es una maravillosa ciudad del centro de Italia, capital de la región de la Toscana, que cuenta con unos cuatrocientos mil habitantes y que surge a orillas del río Arno, en mitad de un valle circundado por colinas. Una urbe cuya historia se inicia con su fundación por los romanos en el primer siglo antes de Cristo, y vivió su verdadero auge cultural, artístico, económico y político en el Renacimiento, bajo el poder de los Medicis, que llegaron a ser los gobernantes de la Toscana.
Entre los más ilustres artistas nacidos en esta grandiosa ciudad, cuyo incomparable centro histórico es Patrimonio de la Humanidad, se encuentran Brunelleschi, Donatello, Bottichelli, Leonardo y Miguel Ángel en lo que podría ser la alineación de galácticos de una selección campeona del Mundo, si se me permite el símil deportivo para la ocasión.
El río Arno es uno de los principales protagonistas en la historia de Florencia y, sobre todo, su puente más célebre y famoso: el Puente Vecchio. Un millón de veces fotografiado, visitado a cualquier hora del día, cualquier día del año por miles de turistas, este emblemático puente ha aguantado la friolera de 700 años en pie, no sin estar en riesgo de ser destruido en muchas ocasiones, siendo la más milagrosa la que se produjo durante la Segunda Guerra Mundial cuando se destruyeron todos los puentes de la ciudad excepto el Vecchio. En lo que a primera vista parece un pequeño barrio construido sobre un puente son, en realidad, los vestigios de los comercios que empezaron a instalarse sobre el puente desde el siglo XIII. Un rápido vistazo desvela una multitud de tiendas de souvenirs y de venta de joyas, que en su momento fueron comercios de carniceros, pescadores y curtidores que posteriormente fueron expulsados del puente por molestar a uno de los gobernantes Medici debido a los malos olores de sus desperdicios.
Si algo tiene de especial Florencia son sus museos. Sólo el deseo de visitarlos y disfrutarlos ya merece un viaje expresamente dedicado a ellos. Por enumerar los más importantes: la Galería de los Oficios (Galería degli Uffizi) y la Galería de la Academia. A pocos metros del Puente Vecchio se encuentra uno de los puntos principales de la ciudad, que podría ser único motivo por el que visitar Florencia. Hablo de la Galería de los Uffizzi donde, después de esperar una larga y casi asegurada cola de entrada, perderse entre sus pasillos y salas supone empaparse de una inyección de belleza que para algunos llega a ser causante del llamado síndrome de Florencia, es decir, experimentar un subidón de belleza a través de los ojos que nuestro cerebro y sensibilidad artística no es capaz de asimilar en tan poco tiempo.
Al salir de los Uffizzi se abre una de las plazas más bellas de toda la ciudad, la Plaza de la Signoria, con el imponente Palazzo Vecchio y una réplica del David de Miguel Ángel (para admirarlo hay que dirigirse a la Galería de la Academia) situado en su puerta. Es necesario acceder al interior de este palacio, que regala al visitante un museo de lo más interesante y, sobre todo, el acceso a la torre del palacio desde donde admirar una panorámica de Florencia desde todos los ángulos que no cabe en una sola fotografía.
Ya con los pies en la tierra, y después de admirar la belleza arquitectónica del horizonte Florentino, a pocos pasos de la Plaza de la Signoria se encuentra All Antico Vinaio, un local pequeño y con una fachada exterior casi en ruinas que elabora, como si de unos artesanos se tratase, los mejores bocadillos que se pueden comer en la ciudad, algo que después de un primer bocado justifica la espera en su permanente cola de clientes.
Desde la Plaza de la Signoria, siguiendo en línea recta por la Vía Calzaiuoli, se encuentra el corazón religioso de Florencia y punto de encuentro principal de viajeros y turistas, la abrumadora Plaza del Duomo. Si, como dicen, la primera impresión es la que cuenta, la visión global de esta plaza impresiona, con la sublime belleza del Battisterio, el Campanille y la inmensidad de la joya de Florencia: la catedral de Santa María del Fiore, una de las mayores obras maestras del gótico y el Renacimiento italiano. Este conjunto artístico arquitectónico es, para muchos viajeros, la primera parada en su visita a la ciudad ya que su cúpula, diseñada por Brunelleschi, funciona como un imán para los recién llegados. Algo que se plantean muchos viajeros es subir al mirador de la cúpula de la catedral, de más de 400 escalones, en algunos tramos no apta para quien no esté en condiciones.
Situándonos en el mapa es muy recomendable volver a recorrer el camino ya andado para echar un pequeño vistazo a la Plaza de la República a la que se accede desde el Duomo por la Vía Roma, continuar el camino hacia la parte oeste de la ciudad y llegar hasta la Plaza de Santa Croce y quedarse boquiabierto con la estampa de la mayúscula basílica de la Santa Cruz (Santa Croce) situada en el barrio donde cada año se celebra el campeonato del Calcio Storico (Calcio florentino) una competición que sorprenderá por su violencia y honor.
Este recorrido, breve sobre el papel, pero lleno de detalles culturales e históricos, es más enriquecedor en la práctica y es posible realizarlo en poco más de dos días, aunque la ciudad de Florencia da para exprimirla durante mucho más tiempo y en varios viajes. Una vez que se ha visitado por primera vez no hay duda de que se deseará regresar lo antes posible.