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Lovaina y Brujas, vivo ambiente universitario entre arte y bicicletas

Dos ciudades cercanas donde el arte, la historia y la gastronomía se mezclan con la vida universitaria.

Dos ciudades cercanas donde el arte, la historia y la gastronomía se mezclan con la vida universitaria.
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Recorrer las ciudades de Lovaina y Brujas se antoja un trayecto placentero tanto desde el punto de vista deportivo, así como desde una perspectiva de lo más cultural. Dos de las ciudades belgas más bellas, separadas por poco más de una hora en tren, muestran una oferta artística, gastronómica y cultural con capacidad para llenar los planes de varios días sin descanso y dar un homenaje al sentido del gusto.

Desde el estómago al paladar, hasta el estímulo que supone sentarse frente a algunas de las mayores obras del arte flamenco, todo ello aderezado con el aliciente de un ambiente universitario vivo y por supuesto el paisaje urbano tan característico en estas latitudes, hacen de estas dos ciudades de Flandes una receta viajera completa.

En el caso de la centenaria Lovaina, ciudad universitaria desde hace siglos, nada más llegar, a pocos metros de la estación de tren, se palpa el ambiente joven y creativo de uno de los centros universitarios de Europa, donde los estudiantes que pueblan esta urbe se cuentan por miles, eso sí, a toda velocidad, ya que su medio de transporte favorito es la bicicleta, algo que también se traslada a todo el territorio de los Países Bajos.

Sólo hay que dar un paseo por las cercanías de la céntrica calle Naamsestraat para darse cuenta de la vitalidad de sus bares y aceras, donde se ubican unos 15 colegios universitarios, en la actualidad muchos llegados de Asia o África, además de cervecerías y cafeterías siempre frecuentadas por los universitarios. Muy famoso es el caso de la impresionante biblioteca pública, llena de jóvenes ávidos de conocimiento. En la Primera Guerra Mundial los alemanes quemaron casi toda la ciudad acabando con cientos de miles de volúmenes y manuscritos irreemplazables del Gótico y el Renacimiento. Posteriormente, los americanos se encargaron de la construcción del nuevo edificio, diseñado por el norteamericano Whitney Warren y construido entre 1921 y 1928. Pero la las desgracias no acabaron ahí. En la Segunda Guerra Mundial fueron los americanos los que bombardearon por error el centro histórico, alcanzando la biblioteca, tratando de acabar con las fábricas de trenes de los nazis, mucho más al norte.

En este sentido, la ciudad intenta mantener viva su historia y patrimonio cultural a través de varios centros, entre los que destaca el M-Museum Leuven, centrado en arte producido en Lovaina y su región, con mucha presencia de arte antiguo y objetos históricos de la ciudad.

Más alejado del centro histórico, donde la plaza Groete Markt y su emblemático Ayuntamiento son su referencia, se encuentra la Abadía del Parque, un monasterio de clausura habitado por monjes norbertinos desde su fundación en el siglo XII. Este lugar casi místico ha sido rehabilitado durante los últimos años inaugurando a finales de 2017 el proyecto PARCUM, un museo dedicado al arte religioso y sacro. Uno de estos edificios, actualmente en desuso, se destinará en 2019 a fabricar cerveza, una actividad por otro lado, muy habitual durante gran parte de la historia por los monasterios del norte de Europa y ligado al nombre de la ciudad por siglos.

Brujas, mucho más que pasear por sus calles medievales

Brujas, es una marca en sí misma. Una ciudad para muchos que roza casi la perfección, razón por la cual es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, al igual que humanistas como Luis Vives o Erasmus lo hicieran en la Edad Media, mantiene viva su esencia medieval y caminar por sus callejones y plazas para los más jóvenes recuerda a alguna historia de la factoría Disney.

Más allá de su recorrido callejero, con toda probabilidad lo más recomendable si se visita por primera vez, Brujas se renueva año tras año, manteniendo sus orígenes y mostrando con orgullo edificios pensados por y para la cultura, como es el caso de su auditorio Monumental (Concertgebouw), una flamante estructura recubierta con 68.000 azulejos de terracota y provisto de diferentes salas sinfónicas, cada cual mejor aislada.

También es muy destacable el Groningemuseum, cercano a la Plaza Mayor y los canales, es el centro del arte flamenco en de Brujas y uno de los más importantes de los Países Bajos. En su interior es posible admirar la obra más famosa de Pieter Pourbus, un óleo de grandes dimensiones: El Juicio Final o La Virgen del canónigo Van der Paele de Jan van Eyck y otras obras de Hans Memling.

Sobre el mapa, Brujas es una ciudad muy manejable y con un centro histórico que se recorre con facilidad. La Playa Mayor (Markt) es igual de espectacular tanto de día, como de noche por su belleza y arquitectura. Es prácticamente imposible no toparse con ella, dada su céntrica ubicación, y un pecado mortal no visitarla y disfrutarla durante unas horas. Es la esencia de la Brujas medieval e histórica. Muy cerca de ella se encuentra la plaza Burg, donde aún está activo el ayuntamiento de la ciudad desde hace más de 600 años, en uno de los edificios más antiguos de Bélgica o la Basílica de la Santa Sangre, donde se guarda una ampolla que, según cuentan, contiene algunas gotas de la sangre de Cristo. A pocos metros, en el interior del antiguo Franconato de Brujas, hoy en día el archivo municipal, se encuentra la antigua sala del tribunal donde permanece una monumental chimenea tallada en madera que recuerda tiempos pretéritos y en la que es posible diferenciar al poderoso Carlos V y sus legendarios antepasados españoles.

Brujas siempre ha tenido una especial relación con el agua ya que desde hace siglos los canales unen la ciudad al mar. Pasear en barca por ellos es una mezcla de pasatiempo y necesidad que asombra al visitante. Su belleza y su patrimonio cultural y arquitectónico han hecho merecedora del título de ciudad Patrimonio de la Humanidad. Aunque es, sin duda, el atardecer, la hora perfecta para pasear sobre sus puentes y admirar el final del día reflejado en el agua.

Otro de los rincones más significativos de la ciudad es el antiguo barrio de la Liga Hanseática, una de las organizaciones comerciales artífice del esplendor económico de la ciudad en la Edad Media. Entre sus calles podría decirse que es casi posible sentir el ambiente de esta época, al menos con la imaginación, ya que esta zona permanece prácticamente igual que en aquella esplendorosa época.

La cerveza en Brujas, también es importante

A pocas calles de distancia del Groningemuseum se ubica la cervecería De Halve Maan es uno de esos locales auténticos y con mucha historia donde una empresa familiar ha elaborado la cerveza de la ciudad durante seis generaciones. Como curiosidad, en 2016 se construyó una tubería subterránea de 3 kilómetros que une la planta embotelladora con la fábrica de cerveza.

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