Instagram, la red social por excelencia de fotografía, está repleta de fotos con poca o ninguna calidad, ‘postureros’ varios y muchas imágenes de comida. Pero si por algo destaca es por las instantáneas de viajes, aunque como en cualquier otra red social, cuesta un poco encontrar la verdadera calidad y no perderse entre tanta mediocridad.
Los fotógrafos convertidos a intagramers de viajes son las nuevas estrellas en el firmamento de Instagram (sin contar los famosos) y ese talento ha hecho que marcas y empresas hayan puesto su interés en ellos combinado con la capacidad de influencia de esta red social. Algunos son seguidos por miles de personas, incluso hay casos con millones de fans. Esta capacidad de llegar a comunicar con una sola imagen, de una forma tan fácil, simple y directa, es la nueva veta de oro digital en este tiempo en el que vivimos, sumergidos en un constante y repetitivo impacto visual, en el que cuesta mucho esfuerzo liberarse de tantas interferencias.
Gracias a su talento fotográfico estos instagramers viajeros ofrecen la posibilidad de descubrir nuevas ciudades, mostrar otras culturas, ver rasgos de la historia de los pueblos del mundo y sobre todo conocer, al menos una pequeña muestra, otros lugares lejanos e inaccesibles, a través de su objetivo y su punto de vista personal.