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Moda, cerveza y diamantes: un fin de semana tentador en Amberes

Su estilo, modernidad e historia convierten a Amberes en un destino ideal para un fin de semana. 

La ciudad flamenca puede presumir de englobar una mezcla muy equilibrada de varios ingredientes: moda, arte, historia, gastronomía y tendencias. Unos pilares que se distribuyen de forma homogénea por toda la urbe, desde su renovado puerto, hasta su impresionante casco antiguo, pasando por el legado de Rubens que se palpa en todos sus rincones, o su flamante museo de la moda. 

En esta ocasión, para mi la tercera que visito la parte flamenca de Bélgica, la ciudad de Amberes ha supuesto una grata sorpresa y un soplo de aire fresco desde muchos puntos de vista. Para empezar, la última vez que la visité no existía su espectacular Museo MAS (Museum Aan de Stroom), ni tampoco el barrio Eilandje donde se asienta (antigua zona portuaria) y que ha supuesto un empuje a nivel cultural de la ciudad que agradecerán sus visitantes. Perderse entre sus bloques de viviendas y los hangares reconvertidos en pequeños espacios para la cultura contemporánea, el arte o las tendencias urbanas es algo que era impensable hace algunos años y que ahora se ha hecho realidad. 

Amberes es una de esas ciudades que viene con todo de serie. Tiene la dosis ideal de cultura y arte, que se personaliza en su mayor representante, Peter Paul Rubens, en cuya Casa Rubens hay que visitar te guste el arte o no.

Por otro lado se está convirtiendo en un referente en la moda a nivel mundial, que viene de lejos, desde el legado de la escuela de los seis de Amberes, hasta su Museo de la moda MoMu, en el corazón del barrio de la moda. Un edificio que alberga exposiciones temporales y una muestra de 25.000 piezas, tanto históricas, como actuales. 

Su historia es rica y apasionante y todavía continúa siendo un enclave económico importante en Europa y el mundo, gracias a su imponente puerto y a su barrio del diamante, un conjunto de calles que coinciden con el barrio judío de la ciudad. En apariencia un distrito austero y de clase media, pero que en sus calles se concentra el mayor tráfico y negocio del sector del diamante. Está muy cerca de la magnífica Estación Central de Amberes, parada obligatoria para todo aquel que visite la ciudad sea a pie o en bicicleta, siendo esto segundo algo que recomiendo encarecidamente. 

Imprescindible es pasear y disfrutar de una vista histórica de las bellas casas gremiales en la Plaza mayor (Groete Markt), permanecer boquiabierto a la sombra de la monumental y solemne catedral gótica de Nuestra Señora, pasear por la plaza Groenplaats bajo la mirada vigilante de la gran estatua de Rubens.

Por otro lado Amberes tiene personalidad propia si hablamos de gastronomía. Si bien mantiene su esencia culinaria y productos típicos, además de la envidiable cerveza belga, en los últimos tiempos han surgido diferentes restaurantes de lo más variado en los que llevarse a la boca desde comida ecológica, healthy, orgánica o experimental, sin olvidar el plato fuerte de la gastronomía belga, a mi gusto, su chocolate. 

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