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Lisboa, Cascais y Sintra, un viaje pensado para los niños

Un viaje con hijos o bebés no tiene por qué dejar un mal recuerdo en la memoria familiar. Portugal es la prueba de que es posible.

Un viaje con hijos o bebés no tiene por qué dejar un mal recuerdo en la memoria familiar. Portugal es la prueba de que es posible.
Lisboa, Cascais y Sintra con niños: el esfuerzo merece la pena

Portugal es un país en el que cualquier viajero disfrutará con sus cinco sentidos, aunque será al máximo con el de la vista y el gusto. Muchos son los motivos para recorrer el país o sus ciudades. Por su atractivo cultural, gastronómico y playero, además de un clima agradable y soleado. Nuestros vecinos ofrecen un popurrí de historia centenaria y mucho colorido en una nación hermanada con España, cuya amable gente siempre recibe a los visitantes con los brazos abiertos. La ardua y a la par atractiva tarea de recorrer este maravilloso territorio en toda su complejidad y plasmarlo en un reportaje es una de mis tareas pendientes antes de morir. Para abrir boca en esta ocasión, me centraré en la zona de Lisboa y alrededores: Cascais, Sintra y Estoril, aunque desde la perspectiva de un viaje para la familia y los niños, con todo lo que eso conlleva.

Lisboa, esa urbe cosmopolita con una luz especial, situada a la orilla de la desembocadura del Tajo, amalgama centenaria de la historia pasada de Europa y del nuevo mundo, es un lugar donde al cruzar cada esquina de sus empinadas calles una postal queda plasmada en la retina. Sus avenidas, barrios y plazas son un buen recuerdo con el que llenar con detalle la postal de una visita a la capital portuguesa.

Si algo caracteriza a Lisboa son sus cuestas y su variedad de barrios dentro de la misma ciudad. Pasear en familia por sus adoquinadas aceras es un placer para los ojos y al mismo tiempo puede llegar a a ser un verdadero entrenamiento de fitness. Tareas tan cotidianas como empujar un carrito o llevar una mochila para el bebé e intentar llegar a Barrio Alto, al Castillo de San Jorge o a la majestuosa catedral puede convertirse en una hazaña hercúlea. Para evitarlo, el tranvía es la solución. Por un módico precio, este medio de transporte gustará a tanto a los más pequeños como a los mayores, sobre todo si recorriendo la ruta del más emblemático: el tranvía 28.

Una de las paradas obligadas de este legendario e infinitas veces fotografiado tranvía es la Plaza del Comercio. Una gran explanada abierta al mar a la que también es posible llegar dando un apacible paseo por la Rua Augusta, avenida peatonal, y por tanto ideal para ir con los hijos, que finalizará en el Arco da Rua Augusta, con uno de los mejores miradores de Lisboa, eso sí, no es posible subir con carritos o vehículos similares. En esta misma plaza se encuentra el Lisboa Story Center, un centro cultural donde poder aprender, a través de un recorrido de poco menos de una hora, la historia de la ciudad de Lisboa, desde sus orígenes, pasando por la época de los descubrimientos y acabando en la actualidad. Todo ello empaquetado en un formato ideal para todos los públicos con un despliegue audiovisual y escénico que permite incluso adentrarse en el interior de un galeón portugués.

Pero Lisboa no sólo son sus encantadores barrios, sus rincones repletos de azulejos con entramados de un diseño casi imposible o su buena mesa y cocina casera. Visitar la ciudad en familia supone disfrutarla de otra manera, sin el romanticismo de las bonitas puestas de sol en pareja. Dos lugares imprescindibles para este tipo de viajes son el Oceanográfico y el Teleférico. El primero, es considerado uno de los mejores del mundo y más completo, que merece dedicar una mañana o una tarde. Además, está situado a cinco minutos a pie del Teleférico, no tan panorámico como el de otras ciudades pero igual de divertido para los pequeños.

Un poco más lejos del casco antiguo de Lisboa, aunque no tanto como para que no merezca la pena, es la zona del Monasterio de los Jerónimos, la Torre de Belém y el Monumento a los Descubridores. Podría decirse que son tres monumentos por el precio de uno. De los tres la Torre de Belém podría ser el lugar más indicado para los más pequeños, aunque eso sí, para poder entrar es muy recomendable acudir temprano. El Monasterio de Los Jerónimos es un edificio mágico, de fácil acceso si se va con carrito, aunque muy concurrido -en Portugal los bebés tienen preferencia en las colas y medios de transporte-, cuyo claustro interior hará volar la imaginación de los niños. al menos por un rato.

Dada la proximidad de los pueblos de la desembocadura del Tajo, llegar de Estoril a Cascais pudiera parecer complicado, viéndolo desde Google Maps, pero una vez sobre el terreno llegar caminando por el paseo marítimo es posible conseguirlo en menos de una hora. Es necesario hacer una parada en una de las heladerías con más fama de Portugal, la Santini, el paladar lo agradecerá. Situada en un remoto callejón de Estoril, cerca de la estación de tren y que merece la pena invertir algo de tiempo para poder encontrarla. Para cenar en familia lo más indicado es dirigirse a Cascais donde poder saborear el famoso pollo piri-piri en uno de sus restaurantes a pie de calle, manjar autóctono con el que no quedarse con hambre.

La guinda del pastel de este viaje con niños es el Parque Natural de Sintra. A pocos kilómetros de Cascais y no mucho más de Lisboa, Sintra y los palacios que la componen son como estar en el Disneyland de la época, es decir, un regalo para los más pequeños. Es necesario llegar al lugar a primera hora de la mañana e intentar estacionar el vehículo cerca de la entrada, luego será imposible aparcar y nuestras piernas lo agradecerán, sobre todo si hay que empujar un carro de bebé. Entre todos los palacios y castillos del parque destacan tres por encima del resto: El Palacio da Pena, que recuerda por su apariencia a una atracción de parque infantil, la Quinta da Regaleira, finca con una ligada a la historia masónica y ubicada en un pequeño y apacible y lujoso jardín para perderse sin problemas.

Por último, el Castillo dos Mouros, sobre una pequeña loma entre las cumbres de la sierra de Sintra, desde sus murallas se aprecia una vista espectacular de los alrededores. Es un lugar con poca accesibilidad, sobre todo para llevar bebés pero sí muy recomendable para niños de más de 5 años.

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