Cuando vienen a España alemanes, franceses, ingleses o japoneses es fácil reconocerlos por algún tipo de peculiaridad. Tal y como nos cuentan desde El Zorro del Ahorro, lo mismo ocurre con los españoles cuando estamos en el extranjero, que mantenemos nuestras costumbres intactas y nos identificamos en un abrir y cerrar de ojos.
1. La forma de expresarse
Acabas de aterrizar en el aeropuerto de Dublín, coges el bus a la ciudad y sólo escuchas a una persona. Hablando sobre las relaciones, el programa de televisión favorito, lo bonita que es la ciudad y el partido de fútbol de anoche… a grito pelado. Si algo nos caracteriza es que nos gusta expresarnos de forma efusiva, no controlamos nuestro tono de voz. Los decibelios se disparan cuando hablamos con alguien de otro país y no entendemos lo que quiere decir. La informalidad es otro de nuestros puntos fuertes cuando tratamos de pedir algo.
2. El idioma
Relacionado con el punto anterior es muy fácil encontrar a un compatriota en el extranjero porque nos encanta hablar nuestro idioma. ¿Qué hemos venido a Londres? ¿Para qué practicar nuestro inglés o intentar aprenderlo? Da igual el tiempo que llevemos fuera, siempre tenemos la necesidad de expresarnos en español. Es universal, hablado en todo el mundo, y como tal, estamos orgullosos.
3. Los horarios
¿Cómo vamos a comer a las 12 si a esa hora tomamos el aperitivo? Los españoles lo hacemos todo con retraso y además somos bastante impuntuales. Nos levantamos más tarde, hacemos las comidas con mucha diferencia horaria respecto a nuestros vecinos y, sobretodo, solemos irnos para cama muy tarde si no tenemos nada que hacer al día siguiente. Cuando viajamos al extranjero queremos seguir manteniendo este horario, por lo que pueden ponernos cara rara si pedimos la cena a la hora que ellos están acostumbrados a dormir.
4. La fiesta
A todo el mundo le encanta divertirse y pasar un buen rato, pero a nosotros más. Nos gusta conocer los ambientes de fiesta de los países que visitamos y probar todas esas bebidas que en España no podemos encontrar. Viajamos para pasárnoslo bien y desconectar de la rutina.
5. La crítica
Pues la verdad es que la Torre Eiffel no es para tanto, en España tenemos monumentos mejores. Nos encanta salir de nuestro país y poner verde todo lo que vemos, comparándolo con lo que tenemos en casa. La comida es mucho peor, el tiempo es malísimo y la gente es muy rancia. ¡Y encima todo es muy caro! Si nos juntamos con otros españoles entonces nadie sale vivo de nuestra feroz crítica.
6. Las propinas
No hemos comido croquetas ni tortilla de patatas, el camarero no era muy simpático y tenemos que darle propina. Aquí la mayoría de veces no damos ninguna y sólo lo hacemos cuando entendemos que hemos recibido una atención muy buena y personalizada. En otros países ya no es que sea una costumbre, sino que es obligatorio, por eso nos reconocen al momento cuando nos olvidamos de darle su parte a la hora de pagar.
7. El régimen de todo incluido
Nos apasiona realizar un viaje y que tengamos todo incluido. Si hemos pagado por ello, ¡no puede sobrar nada! Lo primero que hacemos es ir al bar a pedir nuestros cócteles favoritos, aunque no tengamos sed. Lo mismo ocurre con las comidas, comemos hasta que no podemos más. ¿Qué importa? ¡Es gratis! También nos encanta llevarnos cosas de las habitaciones: los jabones y las toallas son nuestros objetivos favoritos, haciendo una fantástica colección en casa.
8. Los extranjeros
Cuando salimos de nuestras fronteras nos encanta comentar con nuestros compañeros si los integrantes de un grupo son italianos o de Estados Unidos; los reconocemos por su forma de vestir, de hablar o de hacer las cosas. Como si fuésemos nativos y nos pareciese raro, no nos damos cuenta de que los demás también miran para nosotros por nuestras manías. Somos esos "extranjeros" que tanto criticamos.
9. La rebeldía
Los españoles somos inquietos por naturaleza y nos gusta ir en contra de las normas. ¿Un cartel de no cruzar? Pues allí vamos. ¿Qué este monumento no se puede tocar? Ponemos las manos en la masa. ¿Prohibido sacar fotos? Hemos realizado tantas que ya no nos queda memoria para más. Nos gusta hacerlo porque eso nos hace sentir libres y vivir más la experiencia del viaje.
10. La morriña
Realizar un viaje a otro país es una de las mejores experiencias que tenemos en nuestra vida. Disfrutamos, nos lo pasamos muy bien, pero siempre estamos pensando en volver a casa. Los amigos, la familia, nada supera todo aquello con lo que nos hemos criado. El recuerdo está presente y por eso tenemos un sentimiento especial cuando regresamos.
11. El tapeo
Salir con los amigos y pedir la caña con su tapa por 2€ es uno de los mayores placeres que existen en España. Si viajamos a otro país nos gusta probar todas las cervezas que tienen, pero, ¿dónde está la tapa? Nuestra cara de frustración lo dice todo, y si intentamos explicárselo al camarero nos mira extrañado, dejando claro que no entendemos las costumbres foráneas.