Oda a la túnica
Esta tarde haremos la gran compra de Semana Santa (aprovecho para decirte que, según han anunciado en EsRadio esta mañana, en el supermercado del Corte Inglés hay una promoción del segundo producto al 50%).
Repaso mentalmente la lista y me entra hiperglucemia sólo de pensar en la cantidad de azúcar e hidratos que pensamos consumir. Y grasa, también. Será una Grande Bouffe como en la película de Ferreri, aunque espero sobrevivir a la orgía gastronómica.
Entre los kilos acumulados en el viaje a Estados Unidos y los que van a caer en estos días creo que tengo que replantearme el vestuario de la gira de este año. Por cierto, ayer en Barcelona las pruebas de la ropa con Juan Pedro fueron fenomenal. Pero vamos, que si sigo así, no voy a entrar en tanta malla transparente con pedrería.
Y me he acordado de una cena con Boy George a la que me invitó Pedro Almodóvar. Fue en los noventa, en los albores del photoshop. Aún así, George confesó que desde que existía la opción del recorta y pega había abandonado totalmente la dieta y se limitaba a pedir al fotógrafo que le quitara de aquí y de allá. Pedro subrayó que había un peligro aún mayor que el photoshop a la hora de abandonarse : la túnica. Una vez que decides ponerte una prenda ancha no hay vuelta atrás, porque te crees que esconde todo lo que no se puede esconder y sigues acumulando kilos bajo metros de tela.
Por cierto que todo esto lo decíamos mientras degustábamos los postres de tres chocolates que habíamos pedido para cerrar una cena opulenta. Te dejo una foto de Boy George que demuestra que nunca más dejó de confiar en las nuevas tecnologías.
La túnica, el kaftan y el poncho pueden ser usados por personas que los incorporan a su imagen sin tener necesidad de tapar un cuerpo normal o estupendo. Ahí están Noor de Jordania, Walter Mercado, Chavela Vargas, Carmina Ordóñez, Yves Saint Laurent o María Félix. Me vas a decir que no, pero yo también veo muy bien y ciertamente con personalidad a esos otros seres que utilizan estas prendas como camuflaje. Ahí están Rappel, Demis Roussos o King África para demostrarlo.
Oye, yo prefiero eso que un chandal desbocado. Y mira que arte Falete para usar el mantón a modo de poncho. Claro que sí.
La que engordó y nunca más abandonó el uso de la túnica en todas sus versiones fue Elisabeth Taylor. Te dejo una foto del kaftan que se vendió hace poco en esa subasta maravillosa de sus pertenencias. ¡Qué rabia, me lo podía haber comprado y ahora ya tendría vestuario nuevo!
Aunque te confieso que yo tengo otra visión de cómo deben vestir las gorditas, eso sí, muy criticada, carne de cañón para los AAAAARGS!!!! de alfombra roja. Yo creo que tienen que vestir ceñidísimas, a ser posible con una talla menos de la que corresponda, que resalte todo, sí señor. Y con minifalda, o tejidos de lycra que se peguen bien al cuerpo. A ver, ¿qué esperabas, si tengo tatuada en el brazo a Divine? Ahora que lo pienso, Christina Aguilera parece que comparte mi sentido estético.
No, si al final me va a acabar gustando la Aguilera…