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Nostalgia Cultural

Voy a plantearte una última entrega de los tipos de nostalgia que padezco. Una vez definidos los dos que ocuparon mis anteriores entradas ("nostalgia espacial" y "nostalgia histórica") voy a terminar con la "nostalgia cultural". No sé si voy a poder desarrollar bien este tema, quizá sobra, pero como tengo esa manía compartida con Nacho de hacer las cosas de tres en tres, me siento obligada a completar esta trilogía de estados nostálgicos.

Desde adolescente he tenido suerte al compartir la vida con personas con las que he encontrado intereses culturales comunes. Y esto es muy importante a esa edad tan difícil, donde los vínculos nacidos de los gustos comunes son fundamentales. En un amplio abanico de posibilidades, compartíamos el fervor por el incipiente punk, el glam, la escena newyorkina, la disco music, el tecno, los nuevos artistas plásticos y los fotógrafos que comenzaban a despuntar, la renovada literatura y el cine de terror, la ciencia ficción creada por los jóvenes directores de cine, el giro que estaban tomando los comics  por todo un mundo nuevo que se estaba gestando y que continuó sin parar con el afterpunk, los nuevos románticos, el house y así  hasta llegar hasta hoy. Pero había muchísimos elementos supuestamente anacrónicos que venerábamos con la misma intensidad : el cine español de los años cincuenta, sesenta y setenta, el cine negro, el cine de la edad dorada de Hollywood, escritores como Jardiel Poncela, Fernández Flores o Lovecraft, el diseño de moda de mediados de siglo, el Pop de los años sesenta, la revista de espectáculos, las folklóricas, los cantantes ligeros... Precisamente no dar la espalda a esos antecedentes culturales nos hacía únicos y no una mera copia de lo que estaba pasando en Londres o en cualquier otra cuidad del
mundo.

Desde hace unos años me cuesta más encontrar personas con inquietudes culturales tan variadas. Salvo muy honrosas excepciones las personas verdaderamente jóvenes que conocemos son un erial cultural. Algunas un poquito indies saben de sus mundos de redes sociales y grupos tipo Hercules Love Affair, pero no les preguntes quién es Marc Almod, o George Cukor, o, si me apuras, Lola Flores. Por no hablar del mundo poligonero. No es que esto sea nuevo, seguro que el equivalente cheli del mundo poligonero en los años  etenta no tenía ni idea de quién era nadie salvo los Chichos (con todos mis respetos, gran grupo). No sé si he perdido la perspectiva, o si, sencillamente, los años van pasando y realmente a los jóvenes ya no les interesan las cosas que les quedan lejísimos. Si nosotros fuimos rara avis, los jóvenes ilustrados de hoy en día son especies en extinción.

Quizá esa media docena de jovencitos interesantes que conocemos, que lo mismo te cantan una estrofa del Rocky Horror Show, que se distraen leyendo "De Profundis" de Oscar Wilde, que saben quién es Pitita Ridruejo o son capaces de conocer a todo el cartel de actuaciones de un festival como el FIB, son el equivalente a la media docena de jovencitos que una vez fuimos nosotros. Cuando yo tenía catorce años, me preguntaba qué verían en nosotros nuestros amigos, más mayores, más cultos, más interesantes.

Lo que quiero explicar es que siento nostalgia cultural ante el analfabetismo galopante. Y si ciertamente nunca hubiera consentido en mi adolescencia compartir amistad con alguien con quien no tuviera un millón de intereses culturales y estéticos comunes, es cierto que al crecer me di cuenta de que hay otros valores más importantes que vestir estupendamente o saber quienes son Alesiter Crowley, Bowie, Divine, Spock, Sigue Sigue Sputnik, Antonio Escotado, Siouxsie, The Kills o Mark Ryden. He tenido unos cuantos amigos muy entretenidos e interesantes pero malísimas personas, y esos, cuanto más lejos mejor. Tengo otros amigos buenos, buenos, buenos, pero con los que no tengo mucho de qué hablar. Por eso valoro de forma exagerada a los buenos amigos con los que además "hablo el mismo idioma".

Yo creo que lo que te he contado le pasa a todo el mundo según se va haciendo mayor, pero creo que puedo aportar un matiz ligeramente distinto. La mayoría de las personas añoran la cultura que descubrieron de jóvenes y que cultivaron de adultos, y sienten que las generaciones posteriores no comparten nada con ellos porque ellos a su vez no saben nada de lo que pasa en la actualidad a nivel cultural. No es mi caso. No añoro Mazinger Z o un libro de Alvin Toffler porque forme parte de mi juventud, en un momento dado añoro más otros marcadores culturales de épocas anteriores. Y en cuanto a saber lo que ocurre en el mundo hoy en día, estoy tan puesta como hace veinte años.

Vamos a usar este espacio para comunicarnos, dejarnos recados, enseñarnos las fotos y noticias que descubrimos... para contarnos todas esas cosas que no nos da tiempo a comentar en el día a día. Esto es, en definitiva, un blog cerrado al que sólo tenemos acceso nosotros dos, una extensión de nuestra vida

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