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God save the Queen

Perdona, me puse un poco intensa con mi teoría sobre los años que marcan hitos que permiten medir ciertos cambios.

Sé que como teoría no está mal, pero debo trabajar un poco en ella si quiero que alguien comprenda lo que quiero decir. Además, se me olvidó mencionar 1992, absolutamente fundamental para comprender el sistema social que acaba de hacer aguas en España, para entender la corrupción y la demagogia en política, el pelotazo que lleva a la burbuja urbanística, todo unido a un cambio en las relaciones de los medios de comunicación con el artisteo amparado por la llegada de los canales de televisión autonómicos y las cadenas privadas. Te recuerdo que Jesús Gil tuvo un programa en Telecinco.

En fin, quizá algún día encuentre el tiempo para desarrollar estos pensamientos de forma más coherente, no es culpa tuya no haberme comprendido con el galimatías que dejé aquí colgado. Además, son apreciaciones que tienen que ver casi exclusivamente con el mundo del espectáculo y la comunicación (prensa, televisiones, eventos promocionales, redes de difusión) y quizá es muy atrevido por mi parte intentar aplicarlas a todos los sectores de la sociedad, como el de servicios, en franca decadencia cualitativa a todos los niveles. Bueno, que te noté preocupado por leerme vaticinando tanto cambio, a ver si te vas a creer que me refería a nuestra vida en común o algo así. Nada más lejos de mi pensamiento, no se me ocurre un momento más perfecto que nuestra década juntos.

Es fantástico que nos separemos de vez en cuando, y es fantástico darse cuenta que en cuanto pasan unas horas que dan respiro y espacio propio, nos empezamos a echar de menos y ya sólo nos interesa volver pronto a casa para estar juntos. Y como de vez en cuando pasamos un par de días sin vernos, luego nos cogemos con más gusto. Así llevamos desde que volví del concierto de Ceuta, que por motivos logísticos (viaje por carretera hasta Algeciras, hacer noche para coger el barco, tocar, dormir, coger el barco de vuelta y otra vez carretera) nos ha tenido tres días de viaje. Vale, ya sé que vas a decir que podríamos haber ganado medio día si no nos hubiéramos empeñado en ir a Gibraltar, ya puestos. Oye, que quieres que te diga, Nacho y yo vimos la ocasión de pisar suelo inglés y no la desperdiciamos.

Salimos de Madrid el lunes muy temprano, con la intención de llegar a Gibraltar antes de que cerraran las tiendas, que tienen horario inglés del siglo pasado. Vamos, que cierran a las siete de la tarde. Nuestro empeño era llegar al Mark & Spencer para hacer la compra en el supermercado, nuestro pasatiempo favorito cuando estamos en Londres. Pero fíjate tú que nuestras brillantes autoridades consideraron que un 3 de agosto es una fecha perfecta para hacer varios tramos de obras en la autovía de Andalucía, provocando retenciones absurdas. Llegamos casi dos horas más tarde de lo previsto, a las siete en punto, y nos dieron con la puerta del Mark & Spencer en las narices. Resignación y un poco de turisteo. Yo encantada, porque así fuimos a ver a los monos, a los ³Gibraltar apes². Ya sabes mi adoración por gorilas, chimpancés, orangutanes, bonobos, capuchinos o cualquier otra especie. Estaba emocionada viendo a los chiquitines eferrados a sus madres, a los mayores agarrados al pantalón pidiendo comida. Nacho estaba espantado y muerto de asco. Luego me enteré que os estuvisteis mandando mensajitos jocosos criticándome a mi y a los monos. ¡¡¡Qué graciositos sois!!! Terminamos la jornada en un pub inglés bebiendo sidra (Strongbow y Bulmers) y comiendo platos típicos ingleses, como mi scampi & chips.

Vamos a usar este espacio para comunicarnos, dejarnos recados, enseñarnos las fotos y noticias que descubrimos... para contarnos todas esas cosas que no nos da tiempo a comentar en el día a día. Esto es, en definitiva, un blog cerrado al que sólo tenemos acceso nosotros dos, una extensión de nuestra vida

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