Te imaginarás que lo de irnos hoy a Londres me tiene nerviosa, no sólo por viajar en avión (Nacho : desde aquí te recuerdo que lleves el Trankimazim), también por reunirme con personas a las que admiro, y eso que ya nos conocemos, pero no puedo evitarlo, y encima tener que hablar de la producción del nuevo disco. ¿Y si no vamos? ¿Y si volvemos a producir el disco en el estudio de Spam donde nos sentimos tan cómodos? ¡Ay! Ya lo dice la letra de aquella canción, 'Dios odia a los cobardes'. Se me ocurre otra excusa para anular el viaje : que nos vamos a perder 'Muchachada Nui' y no veremos si nos imitan a los tres. Sí, ya sé que no cuela, así que termino de escribir un poco más y me voy a preparar la maleta.
Si bien no manifiesto fanatismo alguno por las personas, confieso que no ocurre lo mismo con los objetos. Se ve que soy un poco animista, porque atesoro cosas y deposito en ellas emociones y cuidados. Me alegra compartir esta filia contigo, aunque de cara a la vejez debemos cuidar este pequeño síndrome de Diógenes que puede ir a más y convertir nuestras casas en laberintos impracticables. Siguiendo con el tema fan, una de nuestras aficiones compartidas es coleccionar fotografías de ídolos con fans, pequeños recuerdos privados que sus dueños originales han perdido, vendido o dejado atrás al pasar a mejor vida. Por un lado nos da muchísima pena, nos ponemos a pensar en esa persona que ha guardado una foto durante toda su vida para que acabe siendo subastada en Ebay por un nieto, o peor aún, para que los herederos la tiren a la basura con el resto de sus pertenencias. Así que por otro lado nos consolamos pensando que estamos rescatando y dignificando la memoria de ese fan que ya no puede defender sus posesiones. He buscado algunas de las joyas que guardamos y aquí te las dejo para que las mires y reflexiones. La última adquirida es la de Raphael, y por el tamaño de las patillas yo diría que hay que datarla a finales de los sesenta o principios de los setenta. Lo mismo te digo de las de Elvis. Las de Liberace son claramente de los sesenta. Los peinados de las damas son un estupendo marcador cronológico (es un término que se utiliza en arqueología cuando un objeto es característico de una época; si aparece en el contexto de una excavación, podemos partir de una base comparativa para datar el estrato). Al explicarte esto me he dado cuenta que echo de menos dedicarle más tiempo a estudiar la carrera. Tengo que organizarme mejor...