Celebraciones y joyas
Hace tres días que no nos vemos. Yo, como el título de aquella película, tengo “límite 48 horas”. Durante unas horas me viene muy bien que no estés enredando por aquí, me pongo al día con el trabajo atrasado y descanso mejor. Pero empiezo a echarte de menos y ya no me compensa tanta tranquilidad. Hoy tengo concierto con Fangoria en Coslada, y ya mañana nos encontraremos con las Nancys en el festival de Montmeló, así que falta menos para un achuchón.
Bueno, aprovecho para recordarte que el domingo es nuestro aniversario del primer beso. Y van 13, número perfecto, porque yo nací un día 13, de junio concretamente, así que la semana que viene también es mi cumpleaños. Este aniversario me toca organizarlo a mí, algo sabes sobre lo que va a ocurrir, pero muy poco, como tiene que ser. Al menos sabemos que tenemos 96 horas de vacaciones. Un lujo.
Pasemos a lo material, después de tanto amor lo veo necesario. Bien, imagino que ya tendrás mi regalo. Yo sí tengo el tuyo. Pero por si te has despistado con tanto trabajo, te doy unas ideas. ¡Mira qué mono Alice Cooper saliendo de una tarta! Sería un regalo perfecto, es un señor encantador. O, ¿por qué no me traes a Pamela Anderson como Dios (o el demonio) la trajo al mundo, portando una tarta con velas? Así es como festejó A Hugh Heffner en un cumpleaños. Bueno, mejor déjalo, que me entrarían serias tentaciones de menage à trois. Vamos a lo ultra-material, que es acierto seguro.
Eres una joya, pero siempre agradezco aumentar la familia. ¿Qué tal esta sortija de Cartier, la Sauvage de la serie Trinity? Bueno, hay muchas más opciones, infinitas diría yo.
Hablando de joyas, tu ausencia impidió que me acompañaras a la entrega de los premios Vogue Joyas. Como miembro del jurado, tenía que entregar uno de los premios (por cierto, me tocó precisamente dárselo a Cartier, y lo recogió Simoneta). Eché de menos que hubiera tocado alguno para los Suárez, tanto en su versión de lujo como en la asequible Aristocrazy. En fin, se me ocurrió que me acompañara la verdadera experta en joyas de esta familia, mi madre. Me pasé la infancia en México escuchando hablar de quilates, pureza del diamante, monturas… un mundo compartido por mis padres al dedicarse a la venta de joyas. Entonces no me interesaban nada las piezas con las que comerciaban, pero sí alguna de sus clientas. Ya conoces mi adoración por Dolores Olmedo, la que encargaba las piezas más grandes y más hermosas. Te dejo una foto de madre e hija en la fiesta de Vogue y otra de Doña Lola Olmedo con sus joyas de infarto.
Mi madre se lo pasó bomba y amenaza seriamente con sustituirte más a menudo como acompañante. También se ofrece a acompañarte a ti cuando yo no pueda ir, al fin y al cabo entre vosotros os entendéis mejor, que sois las personas más parecidas que conozco. ¡Qué vitalidad! ¡Qué ganas de vivir! ¡Qué buen humor! Reconozco que me agotáis. Pero sólo un poco…