Carlota Corredera regresó este viernes a Sálvame tras unas largas vacaciones en las que no solo ha descansado ella, también la audiencia del programa. Parecía que su agresivo discurso feminista y su defensa férrea a Rocío Carrasco durante la emisión de la docuserie le reportaría gran popularidad, pero nada más lejos de la realidad.
La imagen de la presentadora se ha deteriorado como nunca por su falta de imparcialidad y por su ganas de convertirse en la protagonista de una historia que no le corresponde. Así lo recoge un informe de popularidad realizado por la empresa Personality Media para la revista Semana, que desvela que el aprecio por Corredera ha caído en picado. "Si un 25% de las mujeres mayores de 46 años le daba, en 2017, una valoración de entre el notable y el sobresaliente, ahora esa cifra cae hasta el 13%. Y si antes un 26% de ellas la valoraba en el rango del suspenso (entre el 1 y el 4), hoy ese porcentaje sube al 51%", desvela el estudio.
La confianza, la cercanía, la naturalidad, la familiaridad o la modernidad de Carlota también han bajado, según la valoración de la audiencia. Se trata de cualidades clave para un programa como Sálvame, seguido por miles de personas cada día que esperan encontrar diversión y entretenimiento pero que con Carlota dan con todo lo contrario.
Corredera ha expulsado a compañeros de plató, ha censurado opiniones que no coincidían con la suya e incluso ha llegado a amenazar con abandonar el plató si compartía tiempo con críticos de Rociíto, como ocurrió con Antonio Montero.
Su actitud ha hecho mella en su imagen, pero también podría perjudicarle a la hora de trabajar con según qué marcas. Así lo desvelan desde Personality Media: "Para trabajar con una marca, el personaje tiene que ser lo más blanco posible. A las marcas no les gusta nada que se mojen políticamente o en temas controvertidos".