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Cuando los concursos se convierten en profesión: el dinero que pierdes y las condiciones que nadie te cuenta

La participación en concursos de televisión puede convertirse en un trabajo a jornada completa debido a las horas de estudio y grabación que conlleva.

Los Lobos, Fran González y Paz Herrera | Telecinco y Antena 3

Sin olvidarnos de otros ganadores mediáticos como Paz Herrera, Fran González o Luis Esteban, los integrantes de los lobos se han convertido en los concursantes más famosos de la historia de nuestra televisión. A sus espaldas llevan más de 400 programas, lo que les ha llevado a conseguir más de dos millones en el concurso de Antena 3, ¡Boom! sin contar los 3.675.000 de euros que ganarían a día de hoy si se llevan el bote. Manuel Zapata, Valentín Ferrero y Erundino Alonso, que ya han superado la marcha de José Pinto, uno de sus fundadores, con Alberto Sanfrutos como sustituto, han convertido en su trabajo su participación en el espacio. Algo que a priori puede sonar sencillo pero que lleva horas de estudio y días completos de grabación.

Ser concursante de televisión se ha convertido en una profesión, algo que las cadenas aprovechan, pues ahí radica parte del éxito de audiencia. Y es que, tras meses o incluso años en pantalla, los espectadores se encariñan con ellos y vitorean desde sus casas a sus ídolos hasta que logran hacerse millonarios (una alegría comparable a la que siente Hacienda cuando esto ocurre).

Pasapalabra, ¡Boom! y Saber y ganar encabezan la lista de concursos que incluyen en su mecánica el regreso al programa siguiente de los ganadores (en el programa de La 2 presentado por Jordi Hurtado se conocieron los integrantes del equipo de los lobos). Y precisamente en la mecánica de estos programas es donde reside el principal quebradero de cabeza para los participantes: compatibilizar el concurso con sus propias vidas. Dependiendo del show, se graban varios programas al día, dos o tres días a la semana, algo incompatible con una jornada laboral. "Entre programas tenemos un cuarto de hora para descansar. Hay días enteros de grabación y otros que no grabamos. Además no solemos ir todas las semanas. Nos van avisando", aseguró Fran González a este medio tras su victoria.

Un ritmo de trabajo, con viajes continuos a Madrid o Barcelona (dependiendo de la localización del plató) que supone un desembolso de dinero para el propio concursante a pesar de que la mayor parte de los gastos corren a cargo de las productoras. En muchos de los casos, cuando la estancia del concursante se alarga, se ven obligados a elegir entre seguir concursando o dejar su trabajo. Se recuerda especialmente el caso de Valentín Ferrero, de los lobos, doctor universitario que contó al presentador Juanra Bonet que decidió abandonar su puesto en la Facultad de Bellas Arte de Altea donde cobraba 250 euros al mes para seguir en ¡Boom! Lo mismo hicieron otros concursantes de Pasapalabra como David Leo o Paz Herrera. En el caso contrario encontramos a otro de los equipos más famosos de ¡Boom!, las extremis que, tras agotar todas sus vacaciones, libranzas y posibles cambios de turno en sus trabajos, tuvieron que abandonar el programa definitivamente.

También hay que tener en cuenta que no se recibe compensación económica hasta que la participación del concursante ha llegado a su fin. Por tanto, son ellos mismos los que tienen que subsistir económicamente durante las semanas, meses o años que dura su estancia en el concurso.

Paz Herrera narró cómo después de emitirse la final en la que se llevó el bote de 1.310.000 euros en Papalabra, semanas después de haberse grabado, el director de su banco la llamó para decirle que ya le había ingresado el dinero en su cuenta. A ese dinero le habían descontado el 48% que se lleva Hacienda, un 21% de IRPF, y más tarde tuvo que pagar en su declaración de la renta por superar los 300.000 euros de ingresos anuales. Por lo que pudo disfrutar de menos de la mitad del premio que tanto esfuerzo y dedicación le había costado conseguir.

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