No es usual que tres cotizados cómicos, y máxime si no les falta trabajo a ninguno de ellos en la actualidad, se unan para actuar juntos en un mismo espectáculo. Se trata de El sentido del humor: dos tontos y yo, que estrenarán el último día de este verano en Málaga. Ellos son José Mota, Santiago Segura y Florentino Fernández Flo. Les costará estar alejados de sus familias unos cuantos meses, ya que efectuarán una gira por toda España, teniendo en cuenta que los tres suelen hacer una vida casera con sus respectivas mujeres e hijos. Preservar su intimidad es la tónica del trío. No suelen aparecer con sus respectivas parejas en las revistas del corazón y si alguna vez sucede es porque asisten a alguna gala, como pueda ser la fiesta de los Goya. Y poco más…
El espectáculo mencionado llevan preparándolo hace meses. No responderá exactamente, con un libreto, al género de la comedia. Los tres personajes tienen ensayado aparecer en un escenario y cada uno de ellos recurrirán sus ocurrencias. Cantan y ríen, imitan a algunos famosos, monólogos, diálogos… y triálogos. Será, más o menos, como asistir a las actuaciones de cada uno por separado, solo que aquí habrá un hilo conductor, el de sus propias vidas y repertorio artístico. Lo que no han querido revelar ninguno de los tres, refiriéndonos al título, es quiénes son los dos tontos, y el otro, que se supone no lo es. O, sí, también.
José Mota es manchego, de Montiel y cumplió cincuenta y tres años el pasado 30 de junio. Con Juan Antonio Muñoz formó el dúo Cruz y Raya, que duró desde 1989 hasta 2007, cuando de común acuerdo rompieron su unión farandulera. Nunca dijeron abiertamente el por qué de su "adiós", teniendo en cuenta que ya Martes y Trece se habían separado y ellos solos podían seguir "forrándose", sin más competencia que la de Los Morancos. Fue Juan, el catalán, quien quiso intentar solo otros proyectos. A partir de entonces, José Mota se dedicó fundamentalmente a la televisión, con varios programas cada temporada y en concreto sin fallar en el de Navidad o Nochevieja. Casado desde 2005 con Patricia Rivas, con quien tiene tres hijos (Daniela, de once años, José, de cinco, y la benjamina, Valeria, de tres), superó una crisis matrimonial. Su mujer le dejó bien claro, al separarse, que no podía aguantar más su ritmo de trabajo, y el poco tiempo que dedicaba a los suyos. Pero el amor que José siempre tuvo hacia Patricia, y viceversa, acabó con aquella desagradable situación, y volvieron a vivir juntos. Ahora están pendientes de una resolución judicial que les ha producido un morrocotudo enfado, muchas molestias y la sensación de haber sido engañados por una empresa, la constructora de un chalé en una zona residencial madrileña, que por lo visto no tenía las calidades esperadas dado el alto precio que pagó Mota, y lo que resultó ser al poco tiempo de inaugurarlo una auténtica chapuza.
Su compañero de gira en el espectáculo mencionado, Santiago Segura, celebra su cumpleaños este 17 de julio. Le caen cincuenta y tres tacos. Este madrileño carabanchelero, que hoy gracias a los millones ganados habita un lujoso piso en el centro de la capital con su familia, goza de una gran popularidad desde que protagonizó y dirigió la saga de Torrente. En las tres primeras entregas se embolsó cuarenta millones de euros, cantidad que menguó bastante en sus siguientes proyectos, aunque acabó por recuperar lo perdido. Tiene la leyenda de ser el responsable de las películas españolas más taquilleras de los últimos tiempos pero nunca ha sido reconocido por la profesión con un Goya. Su más reciente estreno es el de Hotel Transilvania 3. Más vacaciones monstruosas, donde se limita a poner la voz a otra saga de dibujos animados, incorporando el personaje de Drácula.
Santiago Segura es enemigo de contar a los periodistas aspectos de su vida familiar, a lo que por supuesto está en su derecho. Tan obsesivo es en tal cuestión que no es fácil encontrar imágenes suyas junto a su compañera, María Amaro, a quien conoció cuando era maquilladora de televisión. No se han casado y tienen dos niñas de nombres llamativos, una Calma, de diez años, y la otra Sirena, de cinco.
Finalmente, el trío se completa con Florentino Fernández, conocido familiarmente como Flo para aligerar su nombre. Nació hace cuarenta y cinco años en un modesto barrio madrileño. Fue conductor de autobuses, el oficio de su padre. También trabajó de guarda jurado. Desde pequeño contaba chistes y hacía incontables imitaciones de gente popular, lo que divertía mucho a sus compañeros de colegio, incluyendo a una profesora en concreto, que le pedía incluso en clase alguna muestra de su comicidad. Nunca pensó dedicarse profesionalmente al humor pero animado por algunos de sus amigos y parientes terminó debutando en 1998 en aquel trasgresor programa de Pepe Navarro en Telecinco, Esta noche cruzamos el Mississippi donde tuvo la oportunidad –y la desfachatez– de imitar a diario a Chiquito de la Calzada, a través de dos personajes inventados, Lucas Grijander y Crispin Klander. Aquel buenazo cómico malagueño, fallecido hace meses, nunca le guardó rencor. Y Flo prosiguió a partir de entonces un camino ascendente, casi siempre en la pequeña pantalla, aunque en teatro representó comedias con Josema Yuste.
Florentino, con su aspecto saludable, digno de ser un Sancho Panza, nunca le importaron los kilos que pesaba, mas al ser ya un personaje público trató de eliminar grasas. Nos enteramos que contrató a un masajista que periódicamente le practica sesiones dirigidas a mejorar su cuerpo serrano. Es un tipo estupendo. Como José Mota. Sobre Segura… no lo aseguro. Me guardo un incidente que tuve con él. Me dio la impresión de que "tiene gatos en la barriga" cuando no ha adelgazado, que lo hace de vez en cuando, en función de sus trabajos.
Trabajando en Telecinco, Flo hizo amistad con Lidia de Fernández, que "curraba" en el departamento de producción. Se enamoraron, tuvieron un hijo, Juan, que con siete años portó los anillos en la ceremonia de boda civil que sus padres celebraron en París, en donde nació la novia. Es también una pareja feliz que no suele posar familiarmente en casa para las revistas rosas.