Supervivientes llegó a su octava gala sacando pecho, de audiencia y reyertas playeras, con cuatro nominados en total separados por cayos (y no nos referimos a su hermosura sino al peñasco donde les han destinado) de cara a la cuarta expulsión definitiva del programa. Por un lado, Hugo y Melissa en Cayo Paloma; por otro, Alberto Isla y el cantante Francisco en Cabeza de León. A uno de ellos le tocaría irse fuera tras una dura semana de hambre y robos. Se lo adelantamos ya: le tocó marcharse a Melissa, una seta en la playa de Honduras a quien ya no le quedaba nada por hacer o aportar.
La primera hora del programa fue idílica, con los dos equipos unidos ante el reto de la prueba física. Puro espejismo en una gala donde los insultos físicos –lo adivinan, con Sofía en el centro de todo– cobrarían protagonismo.
Los problemas surgieron con el repaso de cómo ha ido la semana, unos días marcados por la ausencia de comida y por la dificultad de convivir con una imposible Sofía Suescun, a quien "no domina ningún machorro" y por eso decidió ejercer de coach motivacional de su equipo contra la supuesta primacía del macho alfa Logan.
Contra él, pero también contra Sergio, una discusión que derivó en un reparto nuevo de la pesca y otras particiones de comida, y su ex Hugo, hasta ahora un aliado convertido en otro "metemierda". Los tres machos alfa –Sofía dixit– acusan a Sofía de no hacer suficiente por la supervivencia. Y ella arremete contra los "musculitos" de los "fuertotes" para defenderse diciendo que hace tanto o más que ellos a la hora de abrir cocos. Sofía se siente "válida" e "independiente", "segura" y "bella", pese a estar en desventaja, y su discurso motivacional ofendió a Hugo, Logan y Sergio de una tacada debido a su habitual uso de la ironía. De la ironía, y de los insultos.
¿Pero acaso creen que la navarra se iba a acobardar por plantarse ante los tres machos alfa de Honduras? La cara de Sofía fue un verdadero poema cuando se salvó de la eliminación Alberto Isla, que de momento seguirá al aire libre antes de meterse en la cárcel de Cantora.
Y esperen, que todavía quedaba María Jesús Ruiz y su, digamos, intensa vida sentimental. Para la bella Sofía ni Julio Ruz ni Gil Silgado están a la altura de sus estándares porque –lo adivinan– ninguno es precisamente guapo. Y es que todo en esta segunda discusión versó sobre el físico de los ponentes. Aprovechando una frase desafortunada de la exmiss, Sofía exigió que no se la calificase por su aspecto. Pero ella misma cayó en su propia trampa asegurando que "esta mujer se mete en la cama con cada uno".