Para cerrar este círculo sobre el mayor escándalo de la Historia política reciente, el programa Malas Compañías entrevistó a los tres principales protagonistas de la gestión de los expedientes de regulación de empleo a través de la Junta de Andalucía: el director general de Empleo, Javier Guerrero, el conseguidor de la UGT, Juan Lanzas y el abogado Carlos Leal, los tres multi-imputados por la juez Alaya en la causa principal y sus numerosas piezas separadas.
Los tres acusados trataron de representar su papel como víctimas colaterales de un sistema creado para comprar votos a mansalva y perpetuar al PSOE al frente de la Junta de Andalucía. Según esta teoría, los tres se habrían dedicado a cumplir con eficacia la misión que tenían encomendada, y el coladero en que se convirtió el sistema de los ERE fue una anomalía de escasa entidad, consentida –cuando no instigada–, por el PSOE y los sindicatos. "Cosa de cuatro golfos", según la definición de Manuel Chaves, también imputado en este escándalo.
Javier Guerrero es el hombre clave de la trama y uno de los personajes centrales en este episodio de corrupción. Ante las cámaras de La Sexta –y con la participación rocambolesca de su pintoresco abogado, que lo amenazó incluso con dejar su defensa si seguía largando ante Cristina Pardo–, Guerrero apuntó hacia la actual presidenta de Andalucía. Según Guerrero, Susana Díaz se interesaba en ocasiones por el resultado de los ERE en algunas empresas concretas en su calidad de responsable socialista, no hay que olvidar que fue secretaria de Organización del PSOE andaluz en la época en la que se llevaba a cabo esta estafa monumental. ¿Sabía algo Susana Díaz de cómo se llevaban a cabo estas operaciones? Probablemente no –al menos de manera directa–, pero ahí quedó el aviso de uno de los principales implicados en la trama.
La Justicia dictará en su día las responsabilidades penales que correspondan a unos y a otros, pero el éxito del socialismo andaluz es que nadie, ni siquiera los partidos de la oposición, se cuestionan la profunda inmoralidad de un sistema creado para subvencionar con dinero público las prejubilaciones de miles de trabajadores. Esa circunstancia, y no las corruptelas de los golfos que vieron en los ERE una posibilidad apabullante para enriquecerse, es la que explica por qué el socialismo es un régimen imbatible en Andalucía, la región más importante en votos y diputados de España.