Henry Fonda murió en 1982. Tenía 77. Un año antes se había estrenado En el estanque dorado. Tanto él como Katherine Hepburn, dos años menor, parecían en esa película unos ancianos. Eran dos ancianos. Jane Fonda cumple 80 años el 21 de diciembre. Nació el mismo día en que se estrenó Blancanieves. Y su padre tuvo que interrumpir el rodaje de Jezabel por su venida al mundo.
Cualquier tiempo pasado fue anterior. Y peor. Al menos para la pinta de las personas. Una vez, Jane Fonda dijo que su aspecto se debía en un 10 por ciento a la cirugía, en un 30 a los genes, en un 30 a su forma de vida y en otro 30 al buen sexo. Otra vez lo resumió: "¿El secreto de mi belleza? Buenos genes y mucho dinero". Los genes serían los de su madre, Frances, la descendiente de Jane Seymour que se suicidó cortándose el cuello. Hace muchos años también dijo que las líneas de expresión de Robert Redford eran sus arrugas de vieja. Pero eso fue antes de que el actor se metiera mano en la cara desmintiendo a su compañera de Descalzos por el parque y El jinete eléctrico (también coincidieron en La jauría humana). Ahora han hecho ese espanto de Nosotros en la noche, su estanque dorado.
A veces pensamos que en el futuro nos dirán que hacer tanto ejercicio como el que hacemos no era bueno. Pero mirando a Jane Fonda nos inclinamos a creer que sí es bueno. Aunque ahora se mueva menos. Sus operaciones de cadera y de rodilla no han tenido nada que ver con el ejercicio. Un día Jane Fonda descubrió la bondad del ejercicio para las mujeres, para poner en forma su cuerpo y para llenar sus bolsillos, así que decidió compartir su descubrimiento, sus calentadores y su maillot con el mundo. Del vídeo Workout (1982) vendió 17 millones de copias. A los 70 empezó a tomar testosterona (no sé si lo dejó y cuándo) para mejorar su vida sexual. Era cuando enseñaba a aquel novio, Richard Perry, que tenía los dientes como teclas de piano. Debía de ser algo fetichista porque la maquinita de Barbarella, la que mataba a orgasmos, era una mezcla entre vibrador y piano. Allí la metía el malo Durán Durán para liquidarla a petites mortes. Acaba él más despeinado que ella y le dice cuando ve que su máquina ha acabado destrozada: "¿Qué clase de mujer eres? ¿No te da vergüenza?". Fonda había rechazado La semilla del diablo para hacer Barbarella. Qué quieren, mucho mejor. Aunque la película sea peor. Lo que siempre lamentó fue no hacer de Lara en Doctor Zhivago. Dijo que no porque no quería estar nueve meses en España (no en España específicamente sino fuera de casa). Se arrepintió y llamó, pero el papel ya se lo habían dado a Julie Christie. Tiene gracia que se pensara en ella para uno de los dos papeles femeninos de Fahrenheit 451 y que Truffaut se decidiera precisamente por Julie Christie para los dos personajes.
Jane Fonda ha puesto nombre a su mes de cumpleaños (Ocho décadas de Jane). Empezó el sábado con una fiesta en Atlanta, ciudad tan ligada a su matrimonio con Ted Turner. Se trataba de recaudar fondos para la Georgia Campaign for Adolescent Power & Potential (se recaudó un millón trescientos mil dólares). La GCAPP la fundó en 1995, poco después de trasladarse a Georgia por su matrimonio. Se dedica a la educación sexual y la prevención de embarazos adolescentes. Jane Fonda se ha lamentado. Creía que cuando cumpliera 80 años habría una mujer como presidente de los EE UU. Quizá la vean sus tres hijos. Una de Roger Vadim, dos de Tom Hayden.
Ahora cumple 80 años. "Cuando cumplí 30 estaba aterrada, embarazada y con paperas. Y encima, Faye Dunaway estrenaba Bonnie and Clyde. Pensé: ‘Dios mío, no voy a volver a trabajar. Soy vieja"’.